La Tribuna del Paseo | La historia de Torrecuevas, un barrio ligado a sus fiestas


Bienvenidos de nuevo a la Tribuna del Paseo. Hoy hablaremos de las fiestas de Torrecuevas, ese barrio que tiene una torre pero casi nadie sabe dónde están las cuevas. Sus fiestas son el hilo conductor que nos muestra la evolución del propio barrio, porque hablar de la Virgen Madre es referirnos al crecimiento de una vecindad que se desarrolló en torno a una cortijada y que ha llegado a ser una barriada donde habitan casi un millar de sexitanos

Esta historia que hoy contamos comienza en la década de los años 40 del siglo pasado con Doña Lourdes Trobado Crobeto, maestra de escuela muy involucrada en la vida del barrio, quien organizaba una procesión con las diferentes capillas domiciliarias de la Virgen de Fátima y del Sagrado Corazón de Jesús por los caminos del pago más tropical de nuestro pueblo. Estas capillas, que aún hoy se conservan, pasaban de casa en casa bendiciendo y recogiendo las oraciones de cada hogar. En esta época, los vecinos celebraban la recogida de la almendra con una convivencia familiar, antes de que el Ayuntamiento impulsara las fiestas de los barrios.

La lejanía de Torrecuevas al núcleo urbano de Almuñécar hizo que esta zona estuviera, durante décadas, alejada del progreso y los servicios mínimos necesarios en cualquier comunidad. Muestra de ello nos lo da el programa “Cultura y Convivencia 72”, implantado en 1972 por la administración pública junto con la Universidad de Granada con el objetivo de “convivir con los campesinos, alfabetizar a los adultos y realizar un estudio socio-económico de la zona”. En este innovador proyecto estuvieron implicados personas que marcaron un antes y un después en nuestro pueblo y que siguen siendo recordadas con cariño hoy día, como el alcalde D. José Antonio Bustos Fernández, el director de la Agrupación Escolar Mixta D. Julio Fajardo Maldonado y el delegado de juventud de Almuñécar D. Pedro Torres Zurita. En 1972, siendo Concejal de Fiestas D. Rafael Callejón Díaz, se celebra la I Fiesta de la Chirimoya coincidiendo con el puente del 12 de octubre, que este año celebra ya su edición número cincuenta y dos y a la que se le acabaron acoplando las propias fiestas de Torrecuevas.

A todos estos nombres hay que sumar el del alma máter del barrio: el coadjutor de la Parroquia D. José Castillo Viñolo, quien se desvivió por Almuñécar y por Torrecuevas en particular, promotor de la construcción del Colegio y la Capilla en un terreno donado por los Marqueses de Cázulas, quienes, además, dieron un generoso donativo de quinientas mil pesetas para el inicio de la edificación. 

En 1975 ya se había completado la primera fase y levantado la esplendorosa Capilla que llevó por título de la “Virgen Madre”. Un templo diáfano y espacioso, que acogió de inmediato una Imagen de la Virgen de Fátima de mayor tamaño procedente de la parroquia de la Encarnación, donde recibía culto todos los meses de mayo. Esta Virgen tomó el relevo a las pequeñas capillas domiciliarias que se sacaban en procesión, convirtiéndose así, por la gracia del barrio, en la nueva Patrona de Torrecuevas, llamada ya Virgen Madre a causa del título de la Capilla a pesar de ser una Virgen de Fátima.

Como decía, D. José Castillo Viñolo fue el alma máter del barrio gracias a su personalidad arrolladora, liderando el ansia de desarrollo y culturización de una zona abandonada. En verano de 1977 se echó al monte con su Land Rover y nueve muchachos de la Parroquia, recorriendo cada cortijo para dar clases de refuerzo escolar a los niños con mayores dificultades. Imposible olvidar para muchos adultos, niños entonces, a sus “profes” María Encarna Fernández, Guillermo Fernández, Eugenio Reinoso, Pepe Gijón, Joaquín Joya, Milagros Martín, Paqui Aragón, Susana Guerrero y Manolo Novo.

Pasaron los años, Almuñécar crecía y Torrecuevas también. Nuevas generaciones habitaron un barrio en expansión y se implicaron en su vida social, costumbres y festejos. En 1992, Juan Guerrero Díaz, conocido por su apodo alusivo a una figura que representa un rostro con la que una persona puede cubrirse la cara para no ser reconocida, es nombrado Jefe de Horquilla, trayendo consigo una importante renovación a lo que se convertirá en la Hermandad de la Virgen Madre (y San Isidro Labrador, pero esa es otra historia). Aquel 12 de octubre la Virgen Madre salió en un nuevo trono de madera mucho más grande y el 20 de noviembre fue elegido Hermano Mayor. 

En 1994 propone a su barrio traer una nueva Virgen que represente fielmente a una Virgen Madre, idea que resultó del agrado de todos, no tanto para D. Eugenio Valero, Párroco de Almuñécar, que se encontró en medio de la vorágine cofrade de la época y mostró sus reticencias. Reticencias que no tuvo en ningún momento el Arzobispo de Granada, D. José Méndez Asensio, cuando recibió a Juan Guerrero y su Vice Hermano Mayor, Andrés Alonso Padial, escuchando atentamente una propuesta que iba más allá de una Virgen nueva, sino que abarcaba la evangelización y unión de un barrio.

La nueva Virgen Madre se hizo realidad en 1996, año en que salió a la calle la nueva talla con su niño en brazos, obra del escultor sevillano D. Juan Antonio Blanco Ramos. La Imagen representa el prototipo fidedigno de la Mater Dei o Madre de Dios, o sea, una Virgen Madre, exactamente lo que se esperaba. María, despojada de sus ornamentos propios de Reina, ataviada con túnica y manto sencillos pero profusamente estofados en oro, sobre un color verde intenso como el vergel tropical que protege; sostiene en sus brazos al Niño Dios que acaba de quedarse dormidito con las caricias de su madre, sintiéndose protegido y amado en su regazo. La cabeza de María se inclina a su hijo, pero su mirada se dirige a sus otros hijos, los vecinos de Torrecuevas, en los que se fija casi con una sonrisa en su delicado rostro. Sostiene al niño con su brazo derecho y lleva su mano izquierda al corazón, haciendo un característico y extraordinario gesto de cerrar el puño sobre su pecho, como queriendo guardar todo el amor que Torrecuevas le profesa.

¿Recuerdas que al principio hablé de Doña Lourdes Trobado Crobeto? Pues fue nombrada Hermana Mayor Honoraria en los 90 y solía dejarse ver por aquí cada 12 de octubre cuando se marchó de Almuñécar; y si alguien ocupa otro puesto de honor es Encarna, la sacristana, testigo fiel de lo que aquí se cuenta e historia viva de esta historia escrita. La antigua Virgen Madre, la Virgen de Fátima de las Mercedarias, fue restaurada en 2016 por el artista sexitano D. José Cabrera Alaminos, que también realizó las pinturas de los retablos cerámicos que luce la fachada de la Capilla, obra de D. Francisco Moya de Dos Hermanas. El 10 de julio de aquel año, Ntra. Sra. de la Antigua fue trasladada hasta la Capilla de Torrecuevas para ser venerada por los vecinos con motivo de su inminente Coronación Canónica el 6 de agosto; y el 12 de octubre, la Virgen Madre estrenó nuevo trono de orfebrería del malagueño Cristóbal Martos.

La Virgen Madre, que puede resultar menos llamativa al público cofrade en general por su elegante sencillez, tiene una trascendencia puesta poco en valor y que invito a conocer en profundidad, pues sostiene un relevante significado religioso. Las primeras comunidades de cristianos, ya desde el S.III, acuñaron el término Theotokos, que significa “que da a luz a Dios”, para referirse a María. En el S.V se oficializa este título celebrándose su fiesta el 26 de diciembre, siendo el dogma mariano más importante de todos: por encima de que María es Reina, María es la Madre de Dios. Y la Patrona de Torrecuevas.


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