La Tribuna del Paseo a Pepe Almagra | “Si lo haces con gusto y con ilusión, esto es bonito”


Amanece en Almuñécar y algunos se despiertan a horas intempestivas con el baldeo de la calle. El agua chocando contra las losetas suena el doble ante el silencio del alba. Un silencio que comienza a interrumpirse con los primeros trabajadores desayunando en los Mellizos aún de noche. Un poco más tarde, el Bar Laura comienza a servir sus primeras tostadas. 

La Carrera se va llenando de coches, muchachos que van al instituto, auxiliares de ayuda a domicilio dirigiéndose a las casas de sus usuarios, señoras con el carro de la compra y guiris asomándose discretamente por la puerta de Félix el talabartero… 

Pepe pide un descafeinado y charla tranquilamente con su amigo frente al ajetreo de un martes cualquiera. Los días se van haciendo más largos y menos fríos, la Semana Santa está cerca y hay muchas cosas que hacer. 

Se acaba el café. Su amigo sube un rato al cortijo y Pepe baja por la Avd. de Andalucía, haciendo Parada Oficial en el taller de Paquillo. Ni un abogado lleva tantos documentos bajo el brazo. Ya es media mañana y Pepe ha saludado a media Almuñécar, como el Rey en una recepción oficial. Es hora de seguir la ruta y se acerca al quiosco de la Plaza Madrid.

  • Fernando, ¿no tendrás un sobre? 
  • Pepe, siempre estás pidiendo.
  • Mira cómo llevo la lotería, hombre, verás tú como la pierda y deje a la Virgen sin palio.

Fernando sonríe y se da media vuelta, con el brazo apoyado en el mostrador. Mira entre las patatillas y los helaillos mientras un niño le pide 1€ de chuches. Le quita una goma a unos doritos y se la da. Antes de comer, Pepe ya ha tirado la gomita elástica porque ha repartido toda la lotería.

A primera hora de la tarde pasa el sobrino del Portamar con su socio por la Carrera. Van al Galiardo a tomar café, pero paran en el Bar Laura a saludar.

  • ¿Es que no hay más bares en este pueblo? Le dice el sobrino al Tito.
  • ¿Queréis un cafelillo? Pregunta Pepe a los muchachos.

Una vez más, los históricos cofrades hablan con los niños de cómo estos dos amigos transformaron la Semana Santa. Recuerdan a Antonio Díaz, el alma máter de la triple entente. Antoñico dice que to es mentira. El sobrino refunfuña: “¡Ya empezamos!”. “No somos nadie…”. El amigo del sobrino de apoyaor.

  • Esto es bonito si uno lo hace porque quiere. Si lo haces con gusto y con ilusión, esto es bonito. Cuando te canses o te desengañes, te apartas. No hay que meterse en ningún follón. Si esto lo haces por obligación o por cojones, no merece la pena. Pero esto es bonito, niño.

Pepe pone orden y da su punto de vista queriendo conciliar.

Después de confirmar un buen puñado de anuncios de la revista y estar un rato en la Casa Hermandad, la vida sigue desde el puesto de mando de la Plaza Madrid. Allí hay un banco que tiene su nombre y el de su amigo. Allí sigue esa tertulia que nunca acaba y que no se recuerda cuándo empezó. Allí se saluda a la otra mitad de Almuñécar que no se vio por la mañana.

Se levantan. Antonio coge la muleta y Pepe le tiende el brazo para apoyarse. Como buenos compadres, se acompañan a sus casas. Esa noche hace frío y se despiden pronto.

  • Mañana subiré al cortijo con mi Tere y mi Joaquín.
  • Pues ya está Antonio. Nos vemos después de comer.

A Pepe le suena el teléfono. Es su Hermano Mayor.

  • Pepe, los del Paso Tv quieren las máscaras de los apóstoles para grabar una cosa. ¿Les abres mañana la Casa Hermandad?
  • Pues claro, Rafa. Mañana llamo a los niños. Buenas noches.

Pepe se acuesta con la tranquilidad y la satisfacción de otro día cumplido. Mira a su mujer y piensa qué haría sin ella. Se queda dormido. Al cabo de unas horas, Pepe se levanta, se agarra las manos en la cintura por la espalda y se encuentra con Antonio Maya.

  • Pepe ¿Qué haces aquí?
  • ¡Antonio! ¡Lo mismo digo!

Juntos caminan tranquilos, en paz. Con la satisfacción de una vida entregada a su familia, a sus amigos, a sus Cofradías, a su Parroquia, a su pueblo. 

  • Sabía que no me iba a deshacer de vosotros tan fácilmente…

Se funden en un abrazo eterno con Antonio Díaz.


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