La Columna de Don Juan León | “¿Qué digo de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más bordados que yo en la mía?”


En este anecdotario sesenta y dos vamos a tratar de profundizar en algunas “curiosidades curiosas”, acaecidas durante la vida de una de nuestras más controvertidas reinas por su carácter, enlace, amantes, anécdotas, política… 

     ¡Pobre Isabel II o María Isabel Luisa de Borbón y Borbón (Madrid, 1830; París, 1904)! ¡Si fuese cierto la mitad de lo que sobre ella se ha escrito!

     Fue derrocada por la ‘Revolución de 1868’ llamada ‘La Gloriosa, Revolución de Septiembre o Septembrina’ (desde el 19 al 28 de septiembre del citado año). 

     Se comprenden perfectamente las dos frases que pronunció cuando partió para el destierro. Se hallaba en San Sebastián y un cortesano le sugería la idea de ir a Madrid, donde le esperaba, según él, la gloria y el laurel. Ella respondió de la manera tan jacarandosa que le caracterizaba:

     “Mira, hijo, la gloria para los recién nacidos y el laurel para la pepitoria”.

     En el momento de subir al tren no pudo contener las lágrimas y exclamó:

     “Adiós España…, adiós. Creí tener raíces más profundas en este país”.

     Sucedía este hecho el 30 de septiembre de 1868. Al llegar a Francia el matrimonio se separó. Isabel se instaló en París, en el palacio de Castilla, acogida por Napoleón Bonaparte III y su esposa, la granadina Eugenia de Montijo, mientras que Francisco de Asís de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, duque de Cádiz, se estableció en Épinay-sur-Seine, donde murió a los ochenta años de edad, en 1902

     La reina le sobrevivió dos años, falleciendo el 9 de abril de 1904.

     Si sustituimos la palabra ‘mujer’ por la de ‘hombre’ y la cifra ‘quince’ por ‘trece’, algo parecido podría aplicarse a Isabel II.

     En efecto, a los trece años, un mes y dos días de su nacimiento fue proclamada mayor de edad el 8 de noviembre de 1843.

     Desde entonces, en todas las cancillerías europeas empezaron las cábalas y proyectos sobre el futuro esposo de la soberana española. Un día, el embajador francés telegrafió a su país:

     “La reina es núbil desde hace dos horas”. Lo cual es indicativo del nulo secreto que de esas intimidades se guardaba en palacio. Y no es de extrañar ya que, en reinados anteriores, cuando los cortesanos esperaban la presencia de los reyes era costumbre que el mayordomo de semana dijese alzando la voz:

     “Su Majestad ha tenido sus reglas” o “Su Majestad ha entrado en el tercer mes de su embarazo”.

     La candidatura de don Francisco estaba patrocinada por la corte francesa y así se lo comunicó el embajador, conde Charles-Joseph Bresson (1798 – 1847 por suicidio), a la reina madre María Cristina de Borbón Dos -Sicilias (1779 – 1849), quien al saberlo exclamó:

     “Pero, ¿dónde va a ir ese medio mariquita? ¿Es que no ha visto cómo anda, cómo se mueve, cómo habla? ¿No ha visto los encajes que lleva? No me negará que es un tipo raro. ¡Si a los veinticuatro años no se le conoce ninguna aventura  con mujeres!”.

     El diplomático siguió haciendo propaganda de su candidato:

     “Señora si el infante don Francisco de Asís es tan reservado, se debe a que ya desde niño ha estado enamorado de la reina Isabel y por ello se ha propuesto mantenerse virgen para ella y serle fiel hasta la muerte”. ¡Buen trabajo, querido conde, porque la reina se lo creyó!

     Al enterarse, Isabel había dicho de su primo: “No, con Paquita no”.

     Aunque le dijo a su madre el día anterior a los esponsales:

     “He cedido como reina, pero no como mujer. Yo no he buscado a este hombre para que fuese mi marido; me lo han impuesto y no lo quiero”.

     La noche de bodas fue un fracaso y no se consumó el matrimonio, de ahí que le dijera al ex ministro del Interior de España Fernando León y Castillo (1842 – 1918):

     “¿Qué voy a decirle de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más bordados que yo en la mía?”.

     La musa popular que le llamaba ‘don Paquito’ aludía a sus aficiones cantando:

     “Paco Natillas / es de pasta flora / y se mea en cuclillas / como las señoras”.

     También les cantaron a los dos:

     “Isabelona / tan frescachona / y don Paquito / tan mariquito”.

     De don Francisco se decía que mantuvo relaciones íntimas con Antonio Ramos Meneses y más tarde con el duque de Baños, con grandeza de España, aunque según parece le prestó favores más crematísticos que pasionales.

     Álvaro Figueroa Torres, conde de Romanones (1863 – 1950), que fue alcalde de Madrid, ministro de varios gabinetes, jefe de gobierno en dos ocasiones y presidente del Senado, afirmaba que con diez años Isabel apenas sabía leer, en aritmética sólo llegaba a sumar, su ortografía era pésima, sus modales en la mesa eran deplorables y sólo le divertían sus juguetes y sus perritos.

     Sus doce hijos fueron: Luis, Fernando, Isabel (condesa de Girgenti), Cristina, Margarita, Francisco, Alfonso XII (rey de España), Concepción, Pilar, Paz (princesa de Baviera), Eulalia (duquesa de Galliera) y otro Francisco.

     Desde muy joven Isabel mostró un temperamento extraordinariamente sensual y de ahí sus amantes:

     El general Serrano (al que llamaba el ‘general bonito’); el también general O’Donnell; el cantante José Mirall; el compositor Arrieta, profesor de música de la soberana; Carlos Marfori, José María Ruiz de Arana, conocido en Madrid como ‘el pollo Arana’; y otro militar, ‘el pollo real’ Enrique Puig y Moltó.

     A los dos últimos se le atribuía la paternidad del futuro rey Alfonso.

     Y sobre Arana hay una anécdota en extremo jugosa. En una ocasión don Francisco se dirigió a la reina y le dijo: 

     “Mira, Isabelita, que me parece que el pollo Arana te la pega”.

     La ínclita dama ya salió a la palestra en anteriores artículos, pero he aportado estos nuevos datos para conocer algo más de este esclarecido  personaje.

     Y dos misóginos (?) salen al encerado para cerrar este anecdotario:

     Uno fue el general Francisco Javier Castaños Aragorri Urioste y Olavide, primer duque de Bailén (Madrid, 1758 – 1852). Se encontraba recostado en un diván y dando cabezadas cuando lo despertaron para darle la noticia del nacimiento de una niña. 

     Era el 20 de diciembre de 1851 y le pusieron de nombre Isabel Francisca de Asís, que sería conocida por el pueblo de Madrid de forma cariñosa como ‘la Chata’, que fue desde su nacimiento princesa de Asturias hasta el alumbramiento de su hermano Alfonso. El viejo vencedor de la batalla de Bailén (1808) contra los franceses, exclamó:

     “¡Vaya por Dios! ¡Mala noche y parir hija!”.

     Y el otro, el poeta inglés John Milton (1608 – 1674) al que preguntaron por qué se coronaba a un rey a los quince años y no se le permitía casarse hasta los dieciocho y contestó:

     “Porque es más fácil gobernar un reino que a una mujer”

Juan de León Aznar… ‘si en abril aguas mil’… ¿más agua?’2025


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