La Columna de Don Juan León | “Poner las cosas en orden también significa poner tu pasado en orden”. 


Hablemos del orden que se refiere a cómo colocar los objetos en su lugar correspondiente y que tiene por sinónimo a la disposición, sin desdeñar la armonía o el equilibrio, porque nos organiza, estructura y coordina el espacio y el tiempo, dando como resultado el facilitarnos la eficiencia de nuestro comportamiento y la belleza del mismo

     Es un valor del ser humano y la base de otros muchos valores, ya que nos sirve de ayuda a la hora de disponer de más tiempo, ser más eficaces, rendir más, conseguir nuestras metas y objetivos…

     No debemos olvidar que también podemos instruir, dar una orden o mandar (obediencia respecto a alguien) y que existen tres clases de órdenes: 

     Orden de mercado en la que vendemos una acción al mejor precio disponible.

     Orden limitada para comprar o vender esa acción con una restricción en el precio máximo a pagar. 

     Orden de parada o stop si la acción alcanza el precio específico o por debajo de él.

     He escogido cuatro citas que nos invitan a la reflexión y a pasear la mirada por el tema tratado, donde la paz y el equilibrio se convierten en un constante desafío y donde el orden y la organización son herramientas con las que enfrentar los retos diarios:

      La autora, empresaria y consultora japonesa de 41 años Marie Kondo (1984) escribe: “Poner las cosas en orden también significa poner tu pasado en orden”. 

     Pero, el filósofo y polímata griego jonio Pitágoras de Samos, que murió en 490 a.C.,  lo hace por partida doble: “Con orden y tiempo se encuentra el secreto de hacerlo todo, y de hacerlo bien” o “El orden es el más hermoso ornamento de una casa”.

     Y, por último, el escritor e historiador estadounidense Henry Brooks Adams (1838 – 1918) nos regaló esta cita en su momento:

     “El caos es la ley de la naturaleza; el orden el sueño del hombre”.

     Concretamente en el artículo veinte definimos lo que era un epigrama y recordé uno del poeta ilustrado del siglo XVIII, Juan Bautista Pablo Forner y Segarra (1756 – 1797). Ahora me ocupo de otro, que abre este anecdotario ochenta y ocho y que es anónimo:

     “En una pendencia Juan // tan fuerte golpe sufrió, // que un ojo se le saltó // y gritaba con afán: // ¡Por Dios! ¡Señor cirujano! // ¿Llegaré el ojo a perder? // Muchacho no puede ser, // porque lo tengo en la mano.

     Como quiera que se define como una composición poética breve en la que, con precisión y agudeza, se expresa un motivo por lo común festivo o satírico, aquí el sarcasmo, la sorna o la ironía quedan bastante bien representadas. 

     Otros, son en extremo punzantes, como éste:

          “Casóse anoche Carrillo; // de novio pasó a novillo.

     Cuando Alexandre Dumas Davy de la Pailleterie (Villers-Cottêrets, Francia, 1802; Dieppe, Francia, 1870), conocido como Alejandro Dumas, vivía en Saint Germain (oeste de París), un almacenero de hielo le guardaba siempre una cantidad, pues era gran admirador suyo, mientras la negaba a los demás compradores.

     Cierto día, un ricacho de la villa, deseoso, en pleno verano, de refrescar unas botellas de champagne, se valió de la estratagema de pedir hielo al comerciante de  parte de Alejandro Dumas y le dieron la cantidad que pedía: 

     “¿Cuánto es?”, dijo el comprador sacando una moneda de oro.

     “¡Ah, bribón!”, exclamó el almacenista.

     “Suelta el hielo. Tú no vienes de parte del gran hombre… porque él no paga nunca”.

     Al saber que el grandioso arquitecto, escultor, pintor y escritor italiano Michelangelo di Ludovico Buonarroti Simoni (1475 -1564), conocido como Miguel Ángel, le estaba haciendo una estatua y tenía el propósito de ponerle un libro en la mano, le llamó el papa Julio II (1443- 1513), cuyo nombre era Giuliano della Rovere, el 216 de la Iglesia católica y que fuera conocido como el “Papa guerrero o el Papa Terrible”, y le dijo:

     “No soy hombre de letras. Dejaos de libros y poned una espada en esa mano”.

     Como curiosidad añadiré que falleció de sífilis (?), al igual que otros famosos como:

     Pintores célebres: Vincent Van Gogh, Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin, Édouard Manet … 

     Geniales músicos: Ludwig van Beethoven, Franz Schubert, Gaetano Donizetti 

     Autores clásicos: Charles Baudelaire, Friedrich Nietzsche, Óscar Wilde, Guy de Maupassant, James Joyce … y hasta William Shakespeare se suma a la lista.

     Así como también otros personajes, ya sea el descubridor Cristóbal Colón (primer europeo sifilítico) y su marino Martín Alonso Pinzón; el conquistador Hernán Cortés; el presidente Abraham Lincoln y su esposa  Mary Todd; el exlíder soviético Vladimir Lenin; el canciller alemán de origen austríaco Adolf Hitler; el dictador italiano Benito Mussolini; o el infame gánster Alphonse Gabriel Capone.

     Algunas de estos personajes se han visto ‘afectados’ por maledicencias; otros, por adquirir la enfermedad en su juventud; y el resto, por transmisión genética. 

     Por poner un ejemplo de uno de los casos, se supone que la muerte de los tres hijos del matrimonio Lincoln fue consecuencia del contagio de sus padres. 

     El político, polímata científico e inventor estadounidense Benjamín Franklin (1706 – 1790) nos despide con esta categórica cita: 

     “El desorden almuerza con la abundancia, cena con la pobreza y se acuesta con la muerte”.

Juan de León Aznar … felicita a nuestras Conchas e Inmaculadas’2025


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