Los amantes a la lotería le llaman ‘la niña bonita’. Sí, me estoy refiriendo al número que conforman los dígitos 1 y 5; es decir, al quince, que es el anecdotario que atacamos
Todas las apuestas están directamente relacionadas con el azar, lo fortuito, la casualidad o, simple, coloquial o llanamente, con la chorra. Y de ahí que juguemos con la sana intención de dar el ‘pelotazo’ y podernos ayudar con las hipotecas, las ‘trampillas’, la cesta de la compra, sanear la libreta de ahorros, darnos algún ‘caprichillo’ o disponer de efectivo para poder costearnos el aceite, que va camino de convertirse en los regalos navideños por excelencia.
De todas formas, debemos ser precavidos, para que el vencernos se convierta en una tarea casi imposible. Así lo pensaba el militar y político sudafricano Petrus Jacobus Joubert, también conocido por Piet Joubert: “El azar es casi siempre favorable al hombre prudente”.
El aragonés mastre Robert, también conocido por Ruperto de Nola o Robert de Noia, fue un cocinero palaciego al servicio del rey Fernando de Nápoles, que había acompañado a Alfonso V de Aragón, ‘el Sabio o el Magnánimo’ (Medina del Campo, Valladolid, 1396; Castillo del Huevo, Nápoles, Italia, 1458), y autor del “Llibre de Coch o Libro de guisados” (recetario de cocina catalana del siglo XVI).
Nos deja una ‘suculenta’ receta, aunque difícil de asimilar:
“Gato assado como se quiere comer”. El gato que esté gordo tomarás, y degollarlo, y después de muerto cortarle la cabeza y echarla a mal, porque no es para comer, que se dize que comiendo de los sesos podría perder el sesso y juyzio el que la comiese. Después desollarlo muy limpiamente y abrirlo y limpiarlo bien, y después emboluerlo en un trapo de lino limpio y soterrarlo debaxo de tierra donde a de estar un día y una noche, y después sacarlo de allí y ponerlo a assar en un assador, y assarlo al fuego, y comenzándose de assar untando con buen ajo y azeyte, y en acabando de untar azotarlo bien con una verdasca, y esto se a de hazer hasta que esté bien assado, untándolo y azotándolo, y desque esté assado cortarlo como si fuese conejo o cabrito, y ponerlo en un plato grande, y tomar del ajo y azeyte desatado con buen caldo de manera que sea bien ralo y échalo sobre el gato, y puedes comer dél porque es buena vianda”.
Escrito en castellano antiguo y respondiendo al consabido… “gato por liebre”.
La escritora francesa Delphine Gay de Girardin (Aquisgrán, Alemania, 1804, París, Francia, 1855), escribió una comedia en la que presentaba a los periodistas como hombres que sólo se inspiraban a base de vino y licores.
Desde entonces, Jules Gabriel Jasnin, apodado “Le prince des critiques”, (Saint-Etienne, Francia, 1804; París, Francia, 1874) y uno de los periodistas más ilustres de la época cuando terminaba el desayuno, compuesto de una jícara (tacita) de chocolate y un vaso de agua, le decía a su criada: “Francisca, esconde los restos de esta orgía”.
François de Blanchefort de Créquy de Bonne, marqués de Marines (París, Francia, 1625 – 1687), militar y aristócrata al servicio del rey francés Luis XIV, se cayó desde lo alto de una escalera abajo sin hacerse daño.
“¡Ya podéis darle gracias a Dios!”, le dijeron.
“¿Por qué? No me ha ahorrado ni un solo escalón”.
Se le atribuye esta frase del poeta francés Vincent Voiture (Amiens, Francia, 1597; París, Francia, 1648) al historiador, escritor y filósofo francés François- Marie Arouet, conocido por Voltaire (París, Francia, 1694 – 1778).
Un día vio pasar una procesión y al llegar frente a él la cruz, se quitó el sombrero.
Extrañado por la acción su amigo le preguntó: “¿Os habéis reconciliado con Dios?”.
“Nos saludamos, pero no nos hablamos”, fue la sucinta respuesta.
El que fuera afamado cardenal, estadista, mecenas del arte, fundador de la Academia Francesa y de la Marina Nacional Armand Jean du Plessis, duque de Richelieu, duque de Fronsac y par de Francia (París, 1585 – 1642), fue a Roma para ser consagrado obispo en 1607 por el papa Paulo V. Éste le preguntó, al verle muy joven, si tenía edad suficiente y él le dijo que sí. Pero conseguido su objetivo le pidió la absolución del pecado de haber dicho que sí, siendo mentira.
El papa dijo de él: “Este mozo será un gran pillastre”. Obviamente, se equivocó en el tiempo del verbo… porque ya lo era y en adelante lo sería más por sus implacables represiones de conjuras y revueltas… ¡una pieza!
Una de sus célebres citas fue: “No tengo más enemigos que los del Estado”.
Se cuenta que una dama del siglo XVIII muy dada a los placeres le decía a un noble muy borracho: “¿Creerás que en diez años que llevo de viuda, nunca he tenido ganas de volverme a casar?”.
A lo que contestó el beodo: “Te pasa lo que a mí que desde que bebo no tengo sed”.
Al fallecer el célebre botánico, humanista y médico neerlandés Herman Boerhaave, se encontró entre sus papeles un libro del que se decía que contenía todas sus recetas. Fue vendido a muy alto precio y el que lo compró se apresuró a abrirlo, pero no encontró más que hojas blancas, a excepción de una, en la que estaba escrito:
“Tened la cabeza fría, el vientre libre, los pies calientes y os podéis reír de los médicos”.
No tenemos más remedio que tentar un poco a la suerte, porque corriendo ciertos riesgos seremos más felices.
Al menos, es lo que defiende el satírico novelista estadounidense Charles Michael “Chuck” Palahniuk (Pasco, Washington, Estados Unidos, 1962) a sus 61 años: “La única forma de encontrar la verdadera felicidad es arriesgarse a ser completamente abierto”.
Juan de León Aznar… subiendo la empinada cuesta de enero’2024
