La Columna de Don Juan León | “No hay flora ni fauna como la de Almuñécar”


No podíamos, ni debíamos, obviar la flora tan especial aquí existente, así es que presento este modesto estudio inédito sobre ella

Con la acepción naturaleza designamos al conjunto de todo aquello que conforma el universo y en cuya creación y síntesis no ha habido ningún tipo de intervención humana, que se dio y generó de un modo totalmente natural y que así es como se presenta y se conserva.

      El escritor estadounidense Joseph Campbell lo resume a la perfección: “El objetivo de la vida es hacer que los latidos de tu corazón coincidan con el latido del universo, para que tu naturaleza coincida con la Naturaleza”. Aunque el gran griego Aristóteles echa el cierre: “En todas las cosas de la naturaleza hay algo maravilloso”. Y en esa estamos, en disfrutar de un especioso bosque, de un fúlgido paisaje, de un arcano sendero, de un serpenteante río, de una arrogante cima o de una pradera tachonada de flores.

Por esta razón no podíamos, ni debíamos, obviar la flora tan especial aquí existente, así es que presento este modesto estudio inédito sobre ella.   

Como elemento característico de la vegetación de esta localidad, tanto por su interés florístico como por su interés paisajístico, citaremos a Cerro Gordo, donde podemos encontrar un ochenta por ciento de las especies más representativas de toda la costa.

En este enclave, el paisaje vegetal global es el del chaparral-encinar, resto del climácico existente en otras épocas, del ombroclima subhúmedo, gracias a las ‘condensaciones ocultas’ asociadas a brisas litorales, nieblas, rocíos…

Vamos a encontrar una densa cubierta de matorral compuesta fundamentalmente por:

Espino negro (rhamus velutinus); aladierno (rhamus alaternus); el bayón (osyris quatripartita); maitenus europeus (árbol de origen norteafricano); el palmito (chamaerops humilis), y el acebuche (olea europea sylvestris).

También localizaremos especies como la zarzaparrilla (smilax aspera) y, más interesante aún, la zarzaparrilla sin espinas (smilax aspera mauritánica), endemismo local; los candilicos (aristolachia baetica); y la rubia peregrina y la clematis cirrohosa (clematide).

En el estrato arbóreo reconoceremos al pino carrasco o de alepo, fundamentalmente de repoblación, aunque las especies más interesantes son las especies endémicas o grupos exclusivos de nuestra zona como la olivilla (cneorum tricoccum), el romero tomentoso (rosmarinus tomentosus), el boj de Baleares (buxus baleárica) o una compuesta de más de un metro de altura (serratula neglecta), orquídea de flores verdosas restringida a las costas húmedas del Mediterráneo occidental y que se da, exclusivamente, en Cerro Gordo. No puede verse en toda la provincia granadina.

Otras variedades son: la genista spartioides; la genista umbellata; la psolarea bituminosa; la ononis speciosa, con bellas flores amarillas en abril y mayo; la lavatera marítima; diversos tipos de orquídeas; una pequeña especie de narcisus; y un iris, que florece en primavera cerca del mar.

Exornan las cañadas y barrancos la adelfa y la gamboya entre cardos borriqueros y en los arroyos y bordes de las acequias crecen los olorosos matranzos, refugio y alimento de marranicas auríferas, y en los remanos o encharcamientos (aguas subálveas) encontraremos carrizos y aneas.

En las alturas, además del pino ya citado, disfrutamos de la encina, el alcornoque, los chaparros, el jaral, el matorral, el esparto, el madroño y el enebro.

Otras típicas plantas de la garriga (ecorregión que surge en los biomas de los bosques mediterráneos), además del mencionado romero, son: retama, tomillo, salvia, aulaga, espliego o alhucema, manzanilla y otras especies aromáticas.

      Si paseamos por nuestro término municipal nos deleitaremos con la observancia de árboles centenarios de gran belleza y majestuosidad. Enumeraremos los más representativos por orden alfabético y su ubicación:

Abeto, uno de los primeros árboles, en el centro del pueblo (avenida de Andalucía), monumental conífera que partió un rayo; algarrobo, buen ejemplar en la zona de Jelibra; castaños, en el valle del Jate, con una fruta de gran calidad que supera incluso a la castaña alpujarreña; encina, una soberbia muestra la podemos ver en Rescate; eucaliptos, los primeros ejemplares que llegaron a la Península, con troncos de más de tres metros de diámetro, en el valle del río Jate y en las playas de Velilla; ficus, en el parque de “El Majuelo” donde hay dos magníficos especímenes, aunque se contemplan en muchos otros lugares; y dos magnolios, ya desaparecidos, en la plaza de su nombre y también en la avenida de Andalucía, por la remodelación urbanística. 

La fauna también ocupa un lugar de privilegio en esta presentación.

En las alturas de las sierras de La Almijara y de Cázulas encontramos a la cabra montés (marca hispánica). El pavoroso incendio, que se produjo en el verano de 1975, afectó a doce mil hectáreas de pinos del llamado parque nacional y a multitud de sus especies animales. Baste señalar que, después de aquel devastador suceso, llegaron a verse en Los Berengueles, Punta de la Mona y Cerro Gordo (lugares muy próximos al mar), cabras y linces, que huyendo de aquellas zonas se refugiaron en estos parajes en busca de sustento.

La caza mayor se agrupa en torno al jabalí, zorro, garduño, comadreja, tejón y aves rapaces y la caza menor se reduce al conejo, perdiz, liebre y la paloma torcaz.

Entre los matorrales hallamos reptiles y, en lugares habitados, roedores

Apenas existe ganado vacuno y el lanar, muy abundante en otras épocas, es superado por el cabrío y el porcino. Este último de uso familiar (matanzas).

El podenco es el perro de caza por excelencia y las aves de corral no son rentables por la suavidad del clima. Nuestra localidad supone un auténtico paraíso para los gatos; existe una enorme afición por la cría de pájaros, abundando los cruces; es famosa la apicultura de la tierra, sobresaliendo la miel de abeja de Jete y Otívar; y entre las aves más representativas tenemos el cernícalo (numerosas parejas), el mirlo, la gaviota y la tórtola, que están tan adaptadas que deambulan por las calles en busca de sustento.

La pesca fue muy abundante en este litoral, sobre todo entre los años 1930 y 1935. Podría haberse utilizado la moderna expresión ‘superabundante’ para especies como la pescada almuñequera (ya comentada en las páginas de historia), la sabrosa brótola, el jurel y la caballa, que incluso fueron utilizadas como abono en el cultivo de la caña de azúcar de la Vega con un resultado óptimo, que se traducía en la cantidad y calidad de lo cosechado. 

Otras variedades eran el salmonete, el rape, el boquerón, el chanquete, la sardina y el mero.

Las técnicas de pesca, antes empleadas, eran muy numerosas, pero citaremos una decena de ellas:

  • Ábega (voz marinera): para toda clase de pescados y se realiza desde tierra mediante ‘trallas’ (cuerdas de hilo más espeso que el bramante, que está hecho de cáñamo).
  • Boguera: para la pesca de las bogas.
  • Bonitera: artes especiales para el bonito y la melva.
  • Curricán (‘curri’): aparejo formado por la combinación de un anzuelo y una pluma de gallina que lo esconde y que se echa por la popa del barco. Antiguamente, esta técnica se llevaba a cabo bogando, hoy, ha sido reemplazada por los barcos con motor. Las piezas a capturar son, principalmente, atunes, bonitos, lubinas y verderones.
  • Marrajera: con hilos todavía más gruesos y mayores anzuelos.
  • Palangre: para la captura de peces a base de hilos con distintos anzuelos.
  • Roca: un enclave pesquero distante de la costa y a una profundidad de 75 a 80 brazas, donde suelen ir los barcos (desde hace muchos años) durante el verano. Hoy también es una zona muy visitada. Se usan aparejos con múltiples anzuelos para pescar besugos, brótolas, gallinetas y pargos, entre otros.
  • Sardinales: barcos preparados para la captura de las sardinas.
  • Trasmayo: red triple, dispuesta de manera que quedan dos redes ‘claras’ a ambos lados y una ‘espesa’ en medio. Se emplea para toda clase de piezas.
  • Zorta: especie de bonitera para peces del tipo de la doblá, zalamea

Las técnicas actuales se agrupan en estas dos modalidades:

  • Arrastre: se trata de echar un arte con una compuerta anterior que se encuentra a unos cien metros de las redes. Se puede utilizar en cualquier sitio y existe una proporción entre el fondo y la braza. Ejemplo: cuatro veces más de braza que de fondo.
  • Cerco: con caladeros en La Herradura, San Cristóbal, Velilla, barranco de Enmedio… Al barco se le denomina ‘traíña’ y consiste en disponer redes circulares en torno al bote de luz.

Hace ya tiempo se utilizaban barcos para el ‘marisco’, figurando la concha fina, la almeja, el ‘curruco (variedad más basta que las anteriores) y la coquina, que era muy abundante, entre sus especies más prolíferas.

Los mejillones o ‘morcillones’ de la Punta de la Mona, los Peñones y otros lugares, eran numerosísimos, encontrándose adosados a las piedras (de ahí que no haya riesgo alguno al ingerirlos, pues sabido es el peligro que puede acarrear un mejillón pegado a las planchas de cobre de barcos hundidos, por el potente veneno denominado ‘cardenillo’). El problema actual de este marisco, de gran valor alimenticio es que no se deja engordar, con lo que perdemos las posibilidades de un rentable vivero futuro.

Una relación de instrumentos, materiales, objetos o utensilios que pudieran ser utilizados en una ‘faena pesquera’ a la antigua usanza sería: barcos, redes, cuerdas, plomo, anzuelos, corchos, cáñamo, agujas, faroles (luz de batería), dinamos… que contrastan, obviamente, con la tecnología punta actual: sonar, GPS, radar, sofisticadas redes…

Nuestra flota pesquera depende de la Comandancia de Marina de Motril (puerto vecino situado a 25 km), quien, a su vez, pertenece a Almería.

Entre nuestras curiosidades pesqueras destacan:

  1. Una pareja de ballenatos de varias toneladas, que aparecieron durante la última Guerra Mundial frente a Las Góndolas. Fueron muertos a tiros por los carabineros y arrastrados por bueyes.
  2. En 1971 el mar arrojó un cachalote, fallecido desde hacía un mes aproximadamente, a la playa de Velilla.

Y no deseo pasar por alto la gastronomía almuñequera. Por si deciden encaminar sus pasos por estos pagos, ahí van unas cuantas recomendaciones de interés:

Cocido de hinojos, cazuela de calabazas, migas (‘papas migas’ o cortijeras, también llamadas molineras), sardinas (‘espetos’), calabaza frita, boquerones secos, pulpo a la brasa, cocido de coles, puchero de habas secas, sardinas ‘aliñás’, ‘morrallita’ frita… ¡Tienen dónde escoger!

Pero es preceptivo acabar con una exquisita repostería y mi sugerencia es la cazuela mohína, un dulce típico árabe, único y genuino. Como reza el dicho popular: “A nadie le amarga un dulce”. ¿Se animan a elaborarlo? ¡Ahí les dejo la receta ofrecida por una buena amiga!:

Un kilo de almendras, seis huevos, un kilo de pan, un kilo de azúcar, las raspaduras de un limón, medio litro de aceite de oliva, un cuarto de cucharadita de clavo molido, dos cucharaditas de canela molida y medio litro de agua de azahar.

Todos estos ingredientes se pasan por una trituradora y una vez bien amasados se colocan en unas cazuelas de barro y se adornan con unas almendras enteras y una lluvia de ajonjolí. Se cuecen a horno lento durante una hora. ¡Buen provecho!

Y si con naturaleza empezamos, con naturaleza acabamos. Hans Christian Andersen, sí, el danés de los cuentos para niños, también era un enamorado de la creación, del universo, del cosmos…: “Solo vivir no es suficiente… uno debe tener sol, libertad y una pequeña flor”.

Juan de León Aznar… esperando las lluvias de mayo… en otoño del 2022


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