De vez en cuando o de tiempo en tiempo, la RAE incorpora a su diccionario nuevas acepciones o vocablos demandados por la sociedad y que los ilustres académicos ‘modernizan’.
Una de las últimas actualizaciones ha sido esta batería, que les/os expongo:
Aerotermia (sistema de climatización), barista (persona que prepara o sirve café), DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos, aunque habría que añadir el ´reventón térmico’), espóiler (revelación sorpresa en una obra), musealizar (aplicar carácter museístico a algo), teletrabajar (trabajar de forma remota), umami (un sabor), socio – laboral (situación social o laboral de una persona) o wasabi (picante condimento japonés).
Sin embargo, hay palabros que, aunque son antiguos, están cobrando un destacado protagonismo, y a uno de ellos nos vamos a referir en este anecdotario setenta y nueve.
Se trata, concretamente, de la resiliencia, que se define como la capacidad (una de las menos conocidas que, incluso, suele ser desestimada) de adaptarse a la adversidad de forma positiva, ya sea trauma, tragedia o estrés; pero, casi siempre, saliendo fortalecido de la experiencia.
Proviene del inglés ’resilience’, y éste deriva del latín resiliens – entis’, participio de presente activo de ‘resilire’, que significa ‘saltar hacia atrás, rebotar o replegarse’.
En definitiva, afrentamos eventos arduos, difíciles o intrincados, y pasamos de la ira, el dolor o el sufrimiento a una fortaleza, resistencia o solidez inusitada, siempre arropado por nuestro entorno.
Y si no, que se lo pregunten a los damnificados por el volcán ‘Cumbre Vieja’ de la isla de La Palma, los perjudicados por la DANA de la Comunidad Valenciana o los afectados por los incendios en Galicia, Castilla y León, Zamora, Asturias, Cáceres…
Y si a todo ello le sumamos las masacres de Ucrania, Gaza, Congo, Zaire, Ruanda o Nigeria, aflora una pregunta humanitaria y solidaria:
¿Son resilientes estas criaturas, incluyendo a multitud de menores, ante estas dramáticos realidades?
Con la afortunadamente pasada pandemia, hemos dado palmarias muestras y sobrados ejemplos de esa elasticidad o flexibilidad tan necesaria, que representó un logro social sin precedentes abanderado por una mayestática fraternidad.
Muchos pensadores y escritores no iban a pasar de largo sin dejar sus pareceres:
Según el principal poeta lírico y satírico en lengua latina Quinto Horacio Flaco (65 – 8 a.C.):
“La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la prosperidad hubieran permanecido dormidos”, porque nos dice que es en la dificultad donde logramos descubrir el potencial que poseemos.
“No es la adversidad, sino tu reacción a la adversidad, la que determinará el desarrollo de tu vida”, ya que el expiloto alemán y líder religioso de 85 años Dieter Friedrich Uchtdorf piensa que los problemas son tan grandes como tú los creas.
Cuando Ana María Mauricia de Habsburgo y Austria – Estiria (Valladolid, 1601; París, 1666), hija de Felipe III (Madrid, 1578 – 1621), llamado ‘el Piadoso’, que estaba encinta del que más adelante sería Luis XIV (1638 – 1715), conocido como el ‘Rey Sol’, notó que se le removía en el vientre, el cortesano Guemené le dijo:
“Ya tendrá a quien parecerse si empieza dando coces a su madre”.
Estuvo casada con Luis XIII de Francia (1601 – 1643), apodado ‘el Justo’.
Era José Canalejas Méndez (El Ferrol, La Coruña, 1854; Madrid, asesinado por el anarquista Manuel Pardiñas en 1912) presidente del Consejo de ministros cuando el de Gobernación, el abogado leonés Fernando Gregorio Merino Villarino (1860 – 1929), le presentó un proyecto de ley aumentando el sueldo de los policías.
“¡Hombre, Fernando, precisamente ahora en que la policía tiene varios asuntos que no resuelve ni a tiros!, contestó el mandamás.
“Pues precisamente por eso”, fue la concisa respuesta.
“¡Hombre y por qué!, asomando la curiosidad.
“Porque es necesario resarcir en dinero el prestigio que van perdiendo”, fue la conclusión final.
¡Cómo ha cambiado el cuento!
Hoy día nuestros agentes saben que si detienen a unos delincuentes no saldrán al día siguiente (?); que el terrorismo está erradicado (?); que están respaldados por el gobierno más estable de Europa (?); que los ‘menas’ son las personas más pacíficas del orden mundial, aunque tengan más de veinte años (?); que no se producen atracos (?); que los ‘okupas’ son personas necesitadas de protección (?); que ya no son agredidos con bates, piedras o vallas (?); que la seguridad ciudadana es total (?); que las violaciones, a Dios gracias, han pasado a un segundo plano (?); que no hay salvajes manifestaciones en pro de paridas (?); que la justicia es más ‘justa’ que nunca; y lo mejor… ¡han desaparecido los altercados callejeros como por arte de magia!
¡Arriba el pacifismo y la tolerancia! ¡Vivimos en un idílico Edén y hay que disfrutarlo!
“La resiliencia es aceptar tu nueva realidad, incluso si es menos buena de la que tenías antes”. Así se expresa la abogada estadounidense Elisabeth Edwards (1949 – 2010) para explicarnos que todos los comienzos son difíciles, pero que podemos mejorar si trabajamos a su alrededor.
Juan de León Aznar … ¿remite el calor o es un espejismo?
