La Columna de Don Juan León | “Me he pasado toda la noche preparando la improvisación de mañana”


Una alocución, charla, conferencia. discurso, disertación, perorata o ponencia, así como una carta, escrito o epístola, debe constar de un exordio, introducción, preámbulo, proemio o prólogo, que nos ‘ilumine’ y guíe por el sendero de lo conciso, congruente y entendible, que es lo que se precisa para contactar o comunicar con nuestros receptores y no aburrirlos en demasía, máxime si el tema a tratar es escabroso, por enrevesado

Así es que con este breve párrafo de seis líneas y, por seguir las líneas marcadas hasta el día de hoy, iniciamos sin más dilación el anecdotario cuarenta y seis, que espero sea de su agrado o complacencia. 

     Y qué mejor que una cita del gran filósofo ateniense Platón para ‘abrir boca’:

     “Los hombres sabios hablan porque tienen algo que decir, los necios lo hacen porque tienen que decir algo”.

     O del empresario y autor estadounidense Seth Godin, de 63 años:

     “Si no puedes resumir tu idea en diez palabras, no tienes idea”.

     Sin olvidarnos del que fuera el último emperador del ‘periodo de oro’ del Imperio romano, el filósofo estoico Marco Aurelio Antonino (121 – 180 d.C.)

     “Antes de empezar a hablar, procura que en tu rostro pueda leerse lo que vas a decir”. 

     Sus cuatro antecesores fueron: Nerva, Trajano, Adriano y Antonino Pío (al que debemos nuestra fábrica de salazones y el columbario de la ‘Torre de el Monje’). 

Los cinco son considerados por la historia como los ‘emperadores buenos’.

     Óscar Wilde fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés (Westland Row, Irlanda, 1854; París, Francia, 1900), que está considerado como uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío. Además, fue una celebridad debido a su gran aguzado ingenio, respondía al nombre de Óscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde, tuvo una relación tormentosa con su musa amada Lord Alfred ‘Bosie’ Douglas, un apuesto y poético estudiante de Oxford de 21 años, por lo que fue condenado a dos años de cárcel por su mal vista homosexualidad, y suyas son las jugosas anécdotas siguientes, que deleitan al ánimo:

De un escritor, que publicaba una obra por año, dijo nuestro personaje:

“Le cuesta menos a él escribirlas que a sus lectores leerlas”.

A una encuesta de una revista inglesa entre escritores para que dijeran lo que, a su juicio, eran los cien mejores libros del mundo, respondió:

     “Imposible hablar de los cien mejores libros del mundo porque sólo llevo escritos cinco”. 

    Para convencer a un grupo de amigos de que la gente ‘no escucha’ lo que se le dice, relataba el autor del “Retrato de Dorian Grey” o “La importancia de llamarse Ernesto” la siguiente anécdota, que aseguraba haberle ocurrido realmente:

“Para justificarme ante la dueña de casa por haber llegado tarde a su fiesta, le dije que me había demorado por haber tenido que enterrar a una tía a la que acababa de matar, a lo que ella me contestó: “No se preocupe lo importante es que haya venido”.

Su editor le pidió que cambiara unos párrafos de una de sus obras y recibió esta negativa e indignada respuesta:

“¿Quién soy yo para corregir a un clásico?”.

Otro gran dramaturgo, poeta y novelista español fue Ramón María del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, Pontevedra, Galicia, 1866; Santiago de Compostela, La Coruña, Galicia, 1936). En realidad, se llamaba Ramón José Simón Valle Peña, formó parte de la corriente literaria del ‘Modernismo’, fue integrante de la ‘Generación del 98’ y un pertinaz crítico de la sociedad de su tiempo. 

Entre sus obras más destacadas figuran: ‘Luces de Bohemia’, ‘Divinas palabras’, ‘Tirano Banderas’, ‘Los cuernos de don Friolera’ … 

Creó el ‘esperpento’, que se trata de una técnica literaria que inspecciona una metódica deformación de la realidad, acentuando sus atributos grotescos, y donde se humanizan las cosas y animales, y se animalizan los seres humanos.

Un médico le dijo a don Ramón que no sabía cómo matar el tiempo. Y el le respondió: “Pues recétele algo”.

Era un declarado admirador del torero Juan Belmonte García conocido como ‘el Pasmo de Triana’ (Sevilla, 1892; Utrera, Sevilla, 1962) y un día le hizo este comentario: 

     “Para alcanzar la gloria total sólo te falta morir en la plaza”

     El gran matador, considerado ‘el fundador del toreo moderno’, le respondió: 

     “Se hará lo que se pueda, don Ramón, se hará lo que se pueda”.

     Y como quiera que toda alocución o epístola tiene un final, cerramos ambas acepciones, con dos gráficas y apropiadas citas:

Una es del escritor y periodista estadounidense Ernest Miller Hemingway (Oak Park, Illinois, Estados Unidos, 1899; Ketchum, Idaho, Estados Unidos, 1961)

“Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”.

Y la segunda es del ex primer ministro inglés Winston Leonard Spencer-Churchill (palacio de Bienheim, Reino Unido, 1874; Kensington, Londres, 1965)

     “Me he pasado toda la noche preparando la improvisación de mañana”.


Juan de León Aznar … a días de brindar por mis ‘BODAS DE ORO’ en este’2024


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