La Columna de Don Juan León | “¿Le ha sorprendido ganar este Nóbel? Mucho, sobre todo porque me esperaba el de Física”


“He comprado un buen aparato, pero es muy domesticado (por sofisticado)”; “Me duele un montón el ojete (por juanete)”; “La distancia es como de aquí al compositor (por expositor)”; “Si no estás seguro mira el candelario (por calendario)”; “No te imaginas lo que duele un cólico frenético (por nefrítico)”; “Hoy hay garrafas (por ráfagas) de viento; “¡Qué calor! ¡Qué soborno (por bochorno)!”; “Dos, cuatro, seis y así sustantivamente (por sucesivamente)”; “Volvió del viaje refollante (por rebosante) de salud”; “Llovía tanto que parecía el Danubio (por diluvio) universal” … son frases de ciudadanos de a pie de esos que pisan todos los ‘charcos’.

     Las pifias de nuestros comunicadores, tanto radiofónicos como televisivos, son proverbiales:

     Los presentadores no se quedan atrás, por falta de información: Competa, por CómpetaCartama, por Cártama; Alora, por Álora

     Periodistas deportivos que se van al Pleistoceno Medio para nombrar a un equipo de Países Bajos: neandertal, por neerlandés; o dicho de manera más refinada, por un ‘homo neanderthalensis’.

     Otro locutor deportivo para dar los resultados de la quiniela se lanza al vacío: “Los silogismos (por dígitos) de la jornada son los siguientes”.

     Y de los políticos, ésos que se sacan de la chistera ‘nuevos palabros’ a diario… ¡ni les cuento!

     Nuestros escolares están ‘justificados’ a medias. Por un lado, no se han preparado a conciencia y además aparcan la lectura; y por otro, buscan con desesperación el punto salvador, que les permita acceder al apto o al aprobado:

     “Las nubes con mayor carga de lluvia son los gruesos cunilingüis (por cumulunimbus)”; “Los calamares gigantes agarran a sus presas entre sus gigantescos testículos (por tentáculos); “Carlomagno se hizo castrar (por coronar) en el año 800”; “Para hacer huevos, la gallina ha de ser fermentada (por fecundada o fertilizada) por un gallo” …

      No me quiero olvidar de esas ‘explicaciones’ sui géneris, que van para nota:

“Los pintores más famosos son Mikel Ángel y Leotardo Da Vinci”.

“La mortalidad infantil era muy elevada, excepto entre ancianos.

“Para conservar el hielo, hay que congelarlo.

“Los niños nacían a menudo a edad temprana.

“La climatización es una calefacción fría con gas, aunque igual es lo contrario”.

     Esta introducción nos sirve para entrar de lleno en el decimoctavo anecdotario y, de paso, hacer hincapié en la falta de naturalidad de las personas, que utilizan anacronismos o incongruencias a cascoporro, por una notoriedad desmedida o un afán de protagonismo colosal. 

     Los sinónimos de esta gran cualidad, la de ser uno mismo, la de ser natural o espontáneo, la definen a la perfección la ingenuidad, sencillez o franqueza.

     Como escribió la novelista estadounidense Joan Brady, nacida en San Francisco, California, en 1939  y que cuenta, por tanto, con 84 años: “Renuncia al ego. Muéstrate tal y como eres y no pierdas de vista lo que sucede”. 

     El filósofo Diógenes de Sinope (Turquía), “el Cínico”, al ver un día a un joven rico carente de educación, le pareció oportuno decir: “He aquí una inmundicia cubierta completamente de plata”.

     En otra ocasión, se dice que sostuvo una inesperada entrevista con el gran Alejandro Magno, quien empezó la conversación así: “Yo soy Alejandro Magno”, a lo que el pensador contestó: “Y yo, Diógenes, “el Cínico”. El rey entonces le preguntó de qué modo podía servirle. El filósofo replicó: “Puedes apartarte para no quitarme la luz del sol”. Alejandro quedó tan impresionado con su dominio de sí mismo que se marchó diciendo: “Si yo no fuera Alejandro, querría ser Diógenes”.

     Un cierto día vio a un muchacho, hijo de una adúltera, tirando piedras en el ágora, la zona donde se reunían los ciudadanos nacidos en libertad para escuchar anuncios cívicos, campañas militares o discutir sobre política, y se dirigió a él de esta guisa:

     “Cesa, niñato, no sea que sin querer le des a tu padre”.

     Un filósofo sofista quiso demostrarle que el movimiento no existía. Diógenes contestó que, si se lo demostraba, lo creería. El otro empezó a desarrollar complicados argumentos, mientras él lo escuchaba sentado. Entonces se levantó y dijo: “Tú no me has demostrado nada y, sin embargo, yo te voy a demostrar que el movimiento existe”. Y echó a andar.

     De ahí procede el proverbio: “El movimiento se demuestra andando”.

     Nada más conocerse que le habían concedido el Premio Nóbel de Literatura (1989), un periodista le preguntó a Camilo José Cela y Trulock (Iria Flavia, aldea de Padrón, La Coruña, Galicia, 1916; Madrid, 2002): 

     “¿Le ha sorprendido ganar este Nóbel? Rápida e irónica fue la respuesta:    

     “Muchísimo, sobre todo porque me esperaba el de Física”.

     Sabemos que la chreia o anécdota es un relato breve de un hecho curioso que se hace como ilustración, ejemplo o entretenimiento

     Y en esa tarea andamos enfrascados. En la de amenizar, distraer o solazar a nuestros lectores y, para ello, que mejor que hacerle caso a nuestro ilustre escritor y político del ‘Siglo de Oro’ español, Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (Madrid, 1580; Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645)

     “Entre las desventuras, ninguna hay mayor que la falta de alegría”.

     Un proverbio persa, sabios como todos, también se apunta a lo expuesto: 

     “La mitad de la alegría reside en hablar con ella”.

                    Juan de León Aznar… lidiando con este ‘febrerillo loco’ de’2024’


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