La capacidad de síntesis del castellano es inaudita, pues encontramos basura y chusma golpista, así de fácil, para nombrar a esos “cretinos dañosos repulsivos” o “cenutrios deletéreos repelentes”, perdón, a los del “CDR”, ¡en qué estaría pensando!, disculpen
¡Qué alegría poder disfrutar de la riqueza de nuestro lenguaje! ¡Qué cantidad de casquivanos y coquetos sustantivos, masculinos y femeninos, se pueden usar!: bazofia, escoria, inmundicia… Los punzantes adjetivos calificativos, tanto epítetos como especificativos, serían innumerables. Sí, han acertado, siempre lo hacen, qué agudos son, nos referimos a esos independentistas y separatistas radicales que quieren destrozar nuestra convivencia y, de paso, llevarse a España por delante. La capacidad de síntesis del castellano es inaudita, pues encontramos basura y chusma golpista, así de fácil, para nombrar a esos “cretinos dañosos repulsivos” o “cenutrios deletéreos repelentes”, perdón, a los del “CDR”, ¡en qué estaría pensando!, disculpen. Y para que vean que no les guardo rencor, ahí va una cita del gran romano Marco Tulio Cicerón: “Todos los hombres pueden cometer errores, pero solo los necios perseveran en él”.
No profundizo en lo archisabido: nombres de lumbreras políticas; astronómicas cifras evadidas; fractura social; el famoso 155, tan célebre como lo fuera en su día la ‘prima de riesgo’; hégira empresarial; ‘mozos de cuadra’; concentraciones y revueltas; manifestaciones altaneras, anacrónicas, barriobajeras y chulescas; amenaza, ultimátum y órdago al Gobierno de turno, acatados finalmente; atroz desconocimiento histórico; destrozos públicos; asaltos a comercios…
Me centro en nuestro exuberante diccionario español y sus paralelas coincidencias con el tema que nos ocupa, ‘el/la amarillo/a’:
1.- Se dice de un color, que se asemeja al oro o al de la yema del huevo y que ocupa el tercer lugar en el espectro luminoso. El que se han llevado de nuestros bolsillos estos iluminados para sus desmanes, embajadas y francachelas belgas donde, por cierto, no pululan precisamente los huevos fritos, tan familiares ellos.
2.- Una persona o raza a la que pertenece. De piel amarillenta. Estos inmorales ya son ciudadanos del mundo, donde el buen yantar y el buen beber son sus prioridades… a nuestra costa.
3.- Persona pálida a causa de una enfermedad o susto. La que padecemos los españoles de bien cuando estos funestos cafres abren sus mandíbulas para soltar cualquier exabrupto o parida.
4.- Un trabajador o una organización de trabajadores, que defienden los intereses de la patronal o del Gobierno. Le llaman ‘sindicato amarillo’, algo así como los ‘comités paritarios’ en la dictadura de Primo de Rivera del 13 de septiembre de 1923. Estos individuos no han dado un palo al agua, carecen de la más mínima preparación y viven se subvenciones y trapicheos. ¡Haraganes!
5.- Plátano grande, que está maduro. Explica la Psicología que una persona es como un capullo cerrado y que madura al abrirse. Estos arribistas contumaces son inmaduros por naturaleza y desalmados vivales de profesión. ¿Se han fijado en la cara ‘prehomínida’ del anterior presidente (su familia o raza superior no le va a la zaga)? ¿Creen que esta beldad podrá madurar algún día?
6.- En Cuba se les llama cobardes y pusilánimes. ¡Qué listos son nuestros hermanos cubanos! ¿Se puede expresar mejor en dos palabras lo que significan estos indeseables?
7.- El empleado que se encarga de mantener el orden en las paradas del ómnibus y que pertenece al Ministerio de Transportes cubano. Estos trápalas y tránsfugas son especialistas en evadir aduanas y fronteras, conocer intrincables vericuetos y subterfugios ilegales y, encima, son amparados por justicias de chichinabo, que diría el castizo, y que pretenden darnos clase de democracia y moralidad.
8.- En Perú, como aquí, se les llama esquiroles a los que no se adhieren a una huelga. Esta gentuza no tiene ni la categoría de rompehuelgas, ya que viven del cuento y de lo que se han llevado del país al que pertenecen, robando indiscriminada y sistemáticamente.
9.- Colorante o pigmento utilizado para producir el color amarillo. Amarillo cadmio. El que es untado para disfrazarse y eludir a la justicia.
10.- Adormecimiento extraordinario que los gusanos de seda, cuando son muy pequeños, suelen padecer en tiempo de niebla. Yo, a estos zafios, no los metería en el grupo de los ‘anélidos’, si no en el de los ‘platelmintos’, ya que son parásitos al igual que la ‘tenia saginata’; pero, estos tipejos, al contrario de los afectados, engordan el buche y la buchaca, la de la bolsa o el bolsillo, no la de la cárcel, que sería el hábitat natural más apropiado para todos ellos, aunque ya gozan del ‘indulto pedreril’. ¡Lo próximo será el referéndum, además del aterrizaje en Cataluña de algunas empresas, según lo pactado!
11.- En Argentina, Perú y Uruguay se nombran así a distintas plantas americanas caracterizadas por el color amarillo de algunas de sus partes, especialmente la madera. Esta preciada sustancia se aglutina en el cerebro de estos impresentables porque almacenan serrín y viruta en cantidades industriales.
12.- Moneda de oro, especialmente onza. Casi todos han hecho un ‘máster’ en esta disciplina, ya que se han llevado, durante años, todas las ‘onzas catalanas’ sufragadas por los españolitos de a pie.
13.- Enfermedad del ganado lanar, que procede de una alteración del hígado. Me pregunto, si se les llega a afectar el hígado, ¿las ‘pellizas lanudas’ que surjan también serán de esa tonalidad?
14.- Ictericia: coloración amarillenta de la piel y las mucosas que se produce por un aumento de la bilirrubina en la sangre como resultado de ciertos trastornos hepáticos. No, que no se apuren esos descerebrados, ya que esos análisis biliares son para nosotros, los ecuánimes, los sufridores, los demócratas, los españoles. Cuando presenciamos sus esperpénticas actuaciones nos sube la bilirrubina, que cantaría el dominicano Juan Luis Guerra.
15.- Fiebre amarilla: enfermedad infecciosa de origen vírico, transmitida por un mosquito y que en su segunda fase la piel se torna amarilla a causa de la ictericia. Es propia de las zonas tropicales. Estos homúnculos (hombres en miniatura u hombrecillos) son peligrosos, pues se tratan de rabiosos dípteros nematóceros de la familia de los culícidos. Mosquitos, en definitiva, pero al que pican… ¡le endilgan un lazo amarillo!
Buddy Richards, Tony Orlando y Karina inmortalizaron una preciosa canción que llevaba por título: “Ata o amarra (según versiones) una cinta amarilla al viejo roble”. “Los Mismos”, la bautizaron de otra guisa: “Pon una cinta en el viejo roble”.
Si estos irresponsables llegaran a encadenarse al tronco de un roble con su lazo amarillo debieran saber que este árbol, de madera noble, al igual que el alcornoque, la encina y el quejigo, pertenece al género de los “Quercus” y echa bellotas como puños de las que, a buen seguro, se alimentan.
Ya lo dijo Amos Bronson Alcott: “La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia”.
Y de la “memoria histórica” y otras connotaciones qué contamos. Ahí van unas pinceladas:
Es considerado ‘gafe’ por muchos, sobre todo por la gente del teatro, dado que el gran dramaturgo francés Molière, seudónimo de Jean-Baptiste Poquelin, vestía de amarillo cuando murió durante su última representación teatral “El enfermo imaginario” (1673). Pero por favor, no confundamos a estas berzas con el intelecto de aquellos artistas o escritores. “Ser necio de nacimiento es una enfermedad incurable”. ¿Pensaría en ellos Benjamín Johnson cuando lo escribió?
En la Edad Media, los apestados y herejes vestían de amarillo, amén de que las ciudades asoladas por la epidemia (peste bubónica) debían mostrar una bandera gualda. Cuando los barcos o los reinos izaban una bandera amarilla era señal de peste o enfermedades y así las personas no se acercaban. No los rocen siquiera, ya que la cerrilidad, el choriceo, la hostilidad y el odio son los distintivos de estas ‘criaturitas’ de Dios.
El rey aragonés Jaime I “El Conquistador” otorgó a los judíos de Barcelona en diciembre de 1268 el privilegio de no llevar la roseta amarilla que los distinguía y que era obligatoria llevar cosida al sombreo o al hombro.
Durante la Inquisición se les colocó a muchos cómicos el “San Benito”, una túnica ambarina de penitente con una cruz de San Andrés sobre sus espaldas con la que deambulaban por las calles sufriendo el escarnio público.
También era signo de prostitución, herejía y traición. En Hamburgo en 1400, los pañuelos amarillos eran para marcar a las prostitutas y a los herejes.
Fue asociado en la tradición cristiana con el azufre infernal dándole un significado peyorativo, convertido en imagen de falsedad, orgullo y traición, amén de representar el símbolo del adulterio.
En inglés, amarillo (yellow) significa cobarde, y en Francia la risa amarilla se considera una risa falsa.
El pañuelo de cuello y las franjas laterales de los pantalones del famoso 7º de Caballería eran de color amarillo (según Hollywood), al igual que la línea vertical amarilla que se dibujaba en la espalda con pintura y brocha, como marca por degradación y expulsión del ejército tras ser condenado en un juicio militar por traidor o cobarde. Sería una estética y artística forma de señalarlos.
Lo llevan claro en la cita de William Faukner: “Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”.
Cojan un lazo amarillo y pinten sus bordes, exteriores o interiores, de rojo… ¡qué enseña, qué colores, qué belleza! No toquéis, golfos compulsivos, nuestros valores o señas de identidad.
Para terminar, quiero dirigirme a esos prebostes, exiliados y testaferros, arietes o cabezas de turco, y dedicarles una cita de François Rochefoucauld: “La gloria de los hombres se ha de medir siempre por los medios de que se han servido para obtenerla”.
Rica es nuestra lengua, grande nuestra nación y magnífica nuestra gente… ¡qué orgulloso me siento de ellas! ¡ARRIBA ESPAÑA!
P.D.: Si se ‘pasean’ por algunos de los palabros en negrita, tendrán la definición exacta de estos oscuros y siniestros personajes.
Juan de León Aznar, julio de 2021
