Si la amistad es una relación cercana, afectiva, pura y desinteresada entre dos o más personas y que nos procura felicidad… qué lejos estamos de la filosofía del gran pensador griego Epicuro de Samos (Samos, Grecia, 341 a.C.; Atenas, Grecia, 270 a.C.), que tenía como fin el alcanzar una vida feliz y tranquila.
Hoy vivimos una existencia bastante azarosa, zarandeada por vaivenes peligrosos y avatares sociales y políticos desproporcionados.
Escribió tres centenares de obras, pero sólo nos han llegado fragmentos de ellas y unas pocas cartas, aunque esto no ha sido óbice para destacar sus maravillosas citas, que nos llevan a reflexionar profundamente. Ahí les dejo un par de ellas:
“De todas las cosas que la sabiduría provee para hacernos completamente felices, la mayor es la posesión de la amistad”.
“No desarrollas el coraje siendo feliz en tus relaciones personales diarias. Lo desarrollas sobreviviendo a tiempos difíciles y desafiando la adversidad”.
Nicolás de Bernardo de Maquiavelo (Florencia, Italia, 1469 – 1527), filósofo político y escritor italiano, también se suma a la ‘fiesta’:
“La verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos parece ameno”.
Y hasta aquí la introducción a nuestro duodécimo anecdotario:
María Adelaida de Saboya, duquesa de Borgoña (1685 – 1712), charlaba con Luis XIV, “el Grande o el rey Sol” (Saint Germain-en -Laye, Francia, 1638; París, 1715) y éste que se jactaba de su poder absoluto, le dijo:
“Si le ordeno a uno de mis súbditos que se tire al mar éste debe obedecerme”.
Entonces la duquesa se levantó e hizo como que se iba. El rey le preguntó: “¿Dónde vais mademoiselle?”. Ella respondió al instante: “A aprender a nadar”.
Diógenes de Sinope, también llamado “el Cínico” (Sinope, Turquía, (?); Corinto, Grecia, 323 a.C.) observaba a unos arqueros que tiraban a un blanco cuando le tocó el turno a un aprendiz que solía hacerlo fatal. El sabio se levantó de su ‘escaño’, se sentó justo en el blanco y dijo: “Aquí es donde estoy más seguro. Si me pongo en otro sitio igual me hieren”.
Cuentan que el poeta granadino Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, Granada, 1898; Víznar, 1936) oía recitar una poesía a Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío (Ciudad Darío, Nicaragua, 1867; León, Nicaragua, 1916), poeta, escritor, diplomático y máximo exponente del modernismo literario, que decía:
“El que puberes canéforas te ofrenden el acanto”.
Nuestro poeta se levantó y, entre confuso e irónico, dijo: “A ver, repítalo otra vez, por favor, es que sólo entendí el que”.
- Puberes: personas que han llegado a la pubertad.
- Canéforas: jóvenes vírgenes de nacimiento distinguido, que en las fiestas Panateneas llevaban canastos con un cuchillo sacrificial y cebada (altar).
- Acanto: planta herbácea o capitel corintio.
John Elliot Burns (Vauxhall, Londres, Reino Unido, 1858 – 1943) en pleno mitin y con ocasión de su candidatura como laborista a la Cámara de los Comunes, oyó una voz entre la multitud que decía: “Yo no le daría mi voto ni aunque fuera usted el arcángel San Miguel”. A lo que replicó el sindicalista: “Si yo fuera el arcángel San Miguel usted no podría votar por mí, porque no estaría usted registrado en mi distrito”.
El escritor estadounidense Washington Irving (Manhattan, Nueva York, Estados Unidos, 1783; Tarrytown, Nueva York, Estados Unidos, 1959) adoraba Europa y solía visitar pueblos españoles para impregnarse de su esencia. En cierta ocasión, recorriendo las calles de uno de ellos y observando con detalle sus gentes, sus casas y sus fiestas, se topó con un lugareño y le preguntó: ¿Qué es lo más curioso que existe en este pueblo?”.
“¿Lo más curioso dice usted?, pues mi mujer, que de todo quiere enterarse”.
A Kirk Douglas (Amsterdam, New York, Estados Unidos, 1916; Beverly Hills, California, Estados Unidos, 2020) le llamó su madre a las cuatro de la madrugada. El actor acababa de acostarse muy cansado, después de la fiesta por su 50 cumpleaños.
“Felicidades, hijo mío”. Él le respondió: “Mamá, ¿para eso me despiertas a las cuatro de la mañana?”. Genial fue la respuesta: “No olvides que tú también me despertaste a esta misma hora hace 50 años”.
(No confundir esta localidad neoyorquina con Ámsterdam, capital de los Países Bajos) … y de ahí la importancia de los acentos.
Hermann Bahr (Linz, Austria, 1863; Múnich, Alemania, 1934) fue un escritor, dramaturgo y director teatral austriaco, que recibió la visita de un joven autor que le rogó: “Maestro, quisiera que me corrigiera estos poemas sin piedad porque la crítica de un inmortal ennoblece a quien la recibe”. Ojeó Bahr el poema y contestó: “Puestos a ennoblecer, si le corrijo estos bodrios, le puedo convertir a usted en duque”.
El novelista y dramaturgo francés Alejandre Dumas Davy de la Pailleterie, conocido como Alejandro Dumas (Villers- Cotterêts, Francia, 1802; Sena Marítimo, Francia, 1870), autor, ente otras obras, de “El conde de Montecristo”, Los tres mosqueteros”, “Veinte años después”, “El vizconde de Bragelonne”, “El tulipán negro” y “La reina Margarita”, tuvo más de 63 negros (negro literario es aquél que escribe el texto que otro firmará, siendo el historiador Auguste Marquet uno de sus principales colaboradores). A la muerte de uno de ellos se encontró con un desconocido y éste le dijo: “Ahora debemos ponernos manos a la obra”. Dumas le preguntó que quién era y éste le contestó: “Pues, el negro de su negro”.
Y echamos el cierre a este anecdotario con Marco Tulio Cicerón: “¿Qué hay más grande que tener a alguien con quién te atrevas a hablar como contigo mismo?
Juan de León Aznar… con el deseo de que hayan disfrutado de un feliz puente’2023
