‘No estamos ‘loKos’, que sabemos lo que queremos…’ es el comienzo de la letra de esta canción del grupo musical ‘Ketama’, pero por mor de la genética, la historia familiar, el estrés, la ansiedad, los abusos sufridos (especialmente durante la infancia), los desequilibrios químicos (alcohol y drogas) o las lesiones traumáticas, producen en nuestro cerebro daños irreparables, desvaríos, trastornos mentales (bipolaridad, pánico, psicóticos, de la personalidad…), delirios, ictus o esquizofrenias
De ahí que Darynda Jones, la autora estadounidense de la serie ’Charley Davidson’, que nació en Friona, Texas, Estados Unidos, en 1965, ha escrito:
“La locura es una visitante ocasional que se toma su tiempo e intenta conocer a todos personalmente”, dándonos a entender que todas las personas tenemos nuestros momentos de flaqueza. Y ya puestos, damos paso al anecdotario sesenta y uno.
Se cuenta que un conocido psiquiatra barcelonés fue a dar una conferencia de divulgación a una localidad cercana a la capital. La presidieron representantes de lo que aún se llaman fuerzas vivas y, al frente de ellas, su señor alcalde.
Terminó la disertación, si no entre vítores (quizá por el complejo temario), sí entre cálidos aplausos, y los asistentes se apresuraron a felicitar al orador, no faltando entre ellos la primera autoridad local. Transcurrido un tiempo de charla, el primer edil preguntó al médico:
“Dígame doctor: ¿cómo hacen para saber si un individuo está loco?”.
“Hombre, es difícil decirlo así… Hacemos preguntas para saber cómo razona… “, explicó el especialista.
“Ah, ¿sí? ¿Y qué clase de preguntas?”, quiso indagar el alcalde.
“Pues, por ejemplo: el explorador Cook hizo tres viajes al Polo Norte y en uno de ellos murió. ¿En cuál de los tres?”.
Se queda pensando el regidor un buen rato y dice:
“Doctor, hágame a mí unas cuantas preguntas, pero que no sean como ésas, porque no estoy puesto en Geografía y no tengo ni idea”.
Este célebre psiquiatra, cuyo nombre no ha trascendido, recibió la visita en su consultorio de una señora que iba acompañada de su hijo, que contaba unos quince años de edad.
La atribulada mujer le muestra su pesar:
“Doctor, estoy muy preocupada: mi hijo cree que es una gallina”.
“Ah, ¿y lo cree desde hace mucho tiempo?”.
La respuesta fue: “Desde hace dos años”.
Algo molesto el médico le espeta: “Y cómo han tardado tanto tiempo en venir a verme?”.
“Es que… Verá… en casa somos pobres… y nos iba tan bien el huevo diario…”.
El dilema afloró prestamente, ¿a quién tratar? ¡Embarazosa ‘papeleta’!
El creador de la Frenología, promulgada en 1800 por el doctor Franz Joseph Gail, que establecía la posible relación entre el carácter y los rasgos físicos, visitaba un día a los locos del ‘Hospital Bicêtre’, sito en los suburbios del sur parisino, para examinarles.
Le llamó la atención uno de ellos y le dijo.
“¿Cómo está usted aquí? Me parece que es usted un hombre tan normal como yo. En su cráneo no encuentro ningún rasgo de locura”.
La contestación le desveló el ‘secreto’: “No le extrañe, doctor, porque esta no es mi cabeza, sino una que me puse para sustituir la que me cortaron cuando la Revolución”.
Todo esto produce regocijo, hilaridad o algo de chanza, pero como los extravagantes y maniáticos casos en la historia son incontables, amén de las ‘cabezonerías’, ahí les dejo algunos ejemplos:
Gaspar Balaus fue un médico, orador y poeta del siglo XVII que cayó en tal debilidad mental que creyó ser de mantequilla y no quería acercarse a ninguna fuente de calor (chimenea, lámpara…) por miedo a derretirse. Un día muy caluroso, con un sol inmisericorde, temió fundirse y se arrojó a un pozo, pereciendo ahogado.
El investigador holandés Martinus Willem Beijerinckh (1851 – 1931) afirmaba que ‘un hombre de ciencia debe permanecer soltero’, así es que despidió de su laboratorio a un colaborador… ¡por haberse casado!
A la muerte de la zarina rusa Isabel I Petrovna (1709 – 1762) se comprobó que su guardarropa contenía la nada despreciable cifra de unos 15000 vestidos.
Se cuenta que solía cambiarse hasta tres veces en una misma noche.
La reina Catalina de Suecia (1626 – 1689) odiaba tanto a las pulgas que mandó construir un cañón en miniatura de menos de quince centímetros de longitud, armándolo con diminutas balas. Con él disparaba sin ‘compasión’ a cuanta pulga viese allá donde estuviera. En la actualidad, este enano cañón se guarda en el arsenal de Estocolmo.
Juana, ‘la Loca’ (1479 – 1555), hija de los Reyes Católicos y madre del emperador Carlos I de España y V de Alemania, acompañó durante ocho largos meses el féretro de su esposo, Felipe, ‘el Hermoso’, desde Burgos hasta Granada, acompañada de un nutrido séquito de sacerdotes, nobles y soldados. En este extenso peregrinar dio a luz a su hija Catalina de Aragón, que más tarde se desposaría con Juan III, rey de Portugal.
La historia no llega a determinar con exactitud si era plenamente consciente cuando fue repuesta en el trono después de la ‘Rebelión de los Comuneros castellanos’ (Toledo, Segovia, Salamanca, Zamora…), entre 1520 y 1522.
El periodista estadounidense Christopher Morley (1890 – 1957) observó un claro deterioro en el moderno modelo urbano al escribir: “Todas las ciudades están locas”.
Juan de León Aznar … la sangre se altera en esta primavera’2025
