La Columna de Don Juan León | “En la vida real, las princesas besan a los príncipes, que se transforman en sapos”


Detallar, expresar, narrar, referir, relatar, platicar… son sinónimos de contar, que nos remite a un suceso verdadero, real, imaginario o fabuloso, que exteriorizamos o ‘exhibimos’ oralmente. La exitosa serie de Televisión Española “Nuestro ayer”, titulada más tarde como “Cuéntame” y ya, recientemente, “Cuéntame cómo pasó”, comenzó a emitirse el 13 de septiembre de 2001 y finalizó su programación el 29 de noviembre de 2023, después de 413 episodios, con la canción del grupo madrileño “Fórmula V” de 1967 por bandera y ambientada en el segundo franquismo, la denostada Transición y la Democracia (?).

     “Cuéntame un  cuento” figura en el tercer disco publicado en 1991 por el conjunto roquero español “Celtas Cortos” y el verbo polisémico contar también es usado como fórmula de cortesía, de forma coloquial: “¡Hola!, ¿qué te cuentas?

     “Cantajuego” es un grupo musical español, formado en 2004, dirigido a un público infantil de hasta los seis años y entre su amplio repertorio figura la canción “Vamos a contar mentiras”, donde las liebres corren por el mar y por el monte las sardinas, y donde los ciruelos están cargados de manzanas, pero que al tirarle piedras caen avellanas. ¿Cuántos cuentos podríamos crear con las mentiras presidenciales, gubernamentales o ministeriales que escuchamos a diario?

     Pero, y a todo esto, ¿por qué no contamos una fábula y con ella arrancamos este anecdotario setenta y siete? La voy a titular: “Las aventuras de la W.

       La W se encontraba triste y sola.

    Llevaba ya muchos años en las páginas de aquel libro.

    Otras letras cultivaban la amistad y la cercanía, se comunicaban entre ellas, intercambiaban pareceres y se iban a otra página para visitar letras amigas de la misma forma que ellas.

    Pero, ¡la W no! No tenía amigas en aquella página, aunque en la 105ª había otra W que era pariente lejana suya.

    Algunas veces había acudido a visitarla, pero necesitaba de muchas jornadas y dormir muchas noches en páginas extrañas, lo cual resultaba incómodo.

    Un día, la W tomó la decisión de salir del libro y buscar en otros textos de la gran biblioteca hojas o folios que contuvieran bastantes W.

    Buscó y rebuscó y, finalmente, después de muchos días de escudriñar sin descanso y yendo de estantería en estantería, encontró un insólito ejemplar donde había muchos dibujos con muchas letras.

    Eran mapas, ¡pero la W lo desconocía!

    Después de ir y venir por aquel tomo, encontró en una página dos dibujos.   

    Uno era grande y en el otro, más pequeño, se apreciaban montañas de W.

     Preguntó a una de ellas, ¿qué son esos dibujos? La contestación fue hecha en un extraño lenguaje que ella no entendió.

    Así es que decidió volver dos páginas más atrás para formularle una pregunta a otra letra, muy semejante a ella, pero más sencilla. ¡La V sí sabía algo!

    Ésta le dijo que los dos dibujos que había visto pertenecían a un país muy lejano en donde se confeccionaban muchos libros con muchas W y que se llamaba Reino Unido.

    Se quedó muy pensativa y aquella noche no durmió pensando sorprendida que en otro país su forma fuese tan utilizada.

    Creía, a pies juntillas, que ella debería estar allí. 

    Y sin dudarlo un instante se puso en marcha. De biblioteca en biblioteca, y de libro en libro, fue pasando por muchas ciudades.

    Siempre interrogaba por dónde quedaba ese país, aunque debía estar muy lejos pues llevaba muchos años de camino.

    Cierto día tuvo suerte y se vio dentro de un paquete en el que figuraba:

    Dirección Reino Unido; destinatario WILLIAM BROWN.

    Ella era la W del nombre y del apellido y se sintió enormemente feliz. 

    Y así fue como la W viajó a ese recóndito país de sus sueños.

    Al llegar al Reino Unido, alguien recortó la etiqueta donde ella estaba y la introdujo en el libro que contenía el paquete… entre dos páginas con abundantes W.

    Transcurrieron varios días en los que estuvo muy ocupada haciendo amistades.

    De tarde en tarde, recordaba la página en la que muchos años atrás se había quedado con una palabra incompleta, pero ya sin tristeza porque después de tanto tiempo se encontraba a gusto entre montones de amigas… ¡en un solo renglón de la página de cualquier libro!

     ¡Y este cuento se acabó! Y como tantos otros, siempre nos dejan una moraleja o enseñanza. En este caso, se trata de la constancia, perseverancia o tenacidad con la que lograremos cualquier objetivo que nos propongamos.

     Decía el gran escritor brasileño Paulo Coelho (1977): “En los cuentos infantiles, las princesas besan a los sapos, que se transforman en príncipes. En la vida real, las princesas besan a los príncipes, que se transforman en sapos”.

     Y el polifacético dominicano Juan Emilio Bosch Gaviño (1909 – 2001) nos deja dos jugosas citas: Una, “El que nace con la vocación de cuentista trae al mundo un don que está en la obligación de poner al servicio de la sociedad”, y la segunda: “El cuento debe ser presentado al lector como un fruto de numerosas cáscaras que van siendo desprendidas a los ojos de un niño goloso”.

     Y con esto y un bizcocho… ¡hasta pasado un buen tiempo! 

     ¿Qué por qué digo esto?, pues porque les/os eximo de la semanal lectura de estos ‘mamotretos’ que les envío… ¡hasta el 24 de septiembre!, no sin antes agradecer la jobviana’ paciencia que me han/habéis dispensado para que vean la luz estos modestos artículos, que sólo pretenden llevar a vuestros móviles asuntos didácticos y jocosos; pero, sobre todo, desenfadados, con la sana intención de rebajar en lo posible nuestras preocupaciones diarias. ¡Hasta siempre!

Juan de León Aznar … ¡les/os desea un feliz verano junto a familiares y amigos!


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