Se dice, se escucha, se comenta… “cualquier tiempo pasado fue mejor”; pero, ¿sabían que este dicho se recoge en una estrofa de las “Coplas por la muerte de su padre” (D. Rodrigo) de Jorge Manrique? Fue un poeta del prerrenacimiento y hombre de armas y de letras castellano, que se cree que nació en Paredes de Nava (Palencia) en 1440 y falleció en Santa María del Campo Rus (Cuenca) en 1479
Concretamente, puede leerse: “cómo, a nuestro parescer // cualquiera tiempo pasado // fue mejor”.
Lógicamente, lo expuesto está relacionado con la nostalgia, que es una de las sensaciones más poderosas que podamos llegar a sentir y son muchos los pensadores que se han interesado y pronunciado sobre este fenómeno psicológico. Puede resumirse en la experiencia de rememorar y añorar con cariño el pasado.
Existen los coleccionistas o los anticuarios que consagran gran parte de su vida a la búsqueda de esta emoción y todo ello nos sirve para que el anecdotario cuarenta y nueve llegue hasta ustedes con la misma ilusión de siempre.
Un par de citas ilustran lo aquí tratado:
“La nostalgia es ser ciego para lo malo y sólo recordar lo bueno” del novelista estadounidense de 42 años Jarod Kintz“.
La nostalgia es la enfermedad de aquellas personas que no se dan cuenta de que hoy es la nostalgia del mañana” de la artista visual y musical también estadounidense, actualmente radicada en Berlín, Zeena Schreck.
La sarna humana es una infestación parasitaria contagiosa causada por diminutos ácaros aradores (‘sarcoptes scabiei’) que se meten en la piel y allí desovan, produciendo picores intensos, sarpullidos y pudiendo llegar a crear úlceras o complicaciones como la septicemia (infección en la sangre) o afecciones coronarias y renales. Se da con más frecuencia en las zonas tropicales de pocos recursos.
Y a colación de lo expuesto viene la siguiente anécdota:
El 20 de abril de 1519, el marqués de Denia, guardián por entonces de doña Juana ‘la Loca’, escribió a su hijo, el emperador Carlos I de España y V de Alemania:
“… la Reina nra. sra. está como tengo escrito y la sra. Infanta besa las manos de V.A. Todavía está con su sarna, aunque con alguna mejoría…”.
El 6 de junio del mismo año, el marqués volvió a escribirle:
“… la sra. Infanta está algo mejor de la sarna, y por la poca salud que anda de otras enfermedades, no osa el Doctor Soto curar a V.A.”.
Esta infanta era hija de doña Juana y se casó más tarde con Juan III, rey de Portugal.
Enfermó de sarna a los trece años y la causa de que el doctor no osase curarla es que en tiempos del citado galeno tal enfermedad, aunque muy corriente, no era fácil de sanar, lo que se intentaba a base de sangrías y purgantes, que era lo que se estilaba y ‘recetaba’ en aquellas sombrías, sórdidas y tenebrosas épocas.
Tres lustros después del fallecimiento de la reina, en pleno siglo de oro de la medicina, escribía el célebre médico, cirujano y alquimista italiano Leonardo Fioravanti: “La vera causa della sagna sono due cose: La alterazione del sangue e la umiditá”. Y añadía que el tratamiento consistía en sangrar y purgar el cuerpo, afirmando que la naturaleza de la sarna permanecía oculta a la penetración de los más doctos.
Y en nuestro Romancero puede leerse que la supuesta noble ceutí Florinda la Cava, hija del conde Don Julián (gobernador de Ceuta que favoreció la invasión islámica), personaje legendario medieval y la que ‘folgaba’ con el último rey visigodo Don Rodrigo, que murió, según versiones, en la lucha contra Tariq en pleno ataque árabe o ahogado en el río Guadalete en la batalla que se dio entre el 19 y 26 de julio de 711 en la provincia de Cádiz: “… estábale sacando aradores”, con lo que resulta palmario que este rey también la padecía.
Y pensar que hoy en día se trata con cremitas de permetrina o de azufre… ¡cómo ha cambiado el cuento!
Se atribuye esta anécdota a la actriz francesa, que triunfó en el cine y en la televisión, Michèle Morgan, y cuyo nombre verdadero era Simone Roussel.
Le decía a un íntimo amigo: “Mi marido y yo no discutimos nunca”.
“¿Ni siquiera cuando él tiene razón?”, fue la perspicaz pregunta.
A lo que ella respondió: “No sé. Eso no ha sucedido nunca”.
El poeta y dramaturgo español José Zorrilla y Moral (Valladolid, 1817; Madrid, 1893), dio a dos amigos un billete para la tribuna de señoras del Ateneo y se justificó diciendo:
“¿Cómo no voy a lograr que dos amigos entren en la tribuna de señoras del Ateneo, si he logrado que entre en el Cielo Don Juan Tenorio?”.
Tras la guerra con los ‘boers’ (grupo de población de ascendencia mayoritaria neerlandesa, residentes en territorio sudafricano), la popularidad del político conservador británico y primer ministro Neville Chamberlain había llegado tan alta en Inglaterra que se contaba este chiste. Pregunta el maestro, “¿quién hizo el mundo?”, a lo que responde el alumno, “¡Chamberlain!”.
“No, no, Dios fue quién hizo el mundo”, rectifica indignado el educador.
El discente no se corta y replica: “¡Usted es un boer!”.
Y cerramos este modesto artículo con una cita de la escritora e historiadora estadounidense de 79 años Stephanie Coontz:
“En la vida, el cálido resplandor de la nostalgia amplifica los buenos recuerdos y minimiza los malos”.
Juan de León Aznar … les desea las más felices de las Navidades’ 2024
