La Columna de Don Juan León | El Castillo, turismo y el vibrante folclore de Almuñécar


No podíamos, ni debíamos, obviar, dejar de lado o pasar de puntillas por tres apartados relevantes: el emblemático CASTILLO de SAN MIGUEL, el ilusionante TURISMO y el vibrante FOLCLORE local

 Es el castillo un lugar de referencia y visita obligada para el turista por representar la atalaya, el bastión o el estandarte, que nos observa y protege desde lo más alto. Todo un símbolo, en definitiva, y aunque los detalles sobre él son por todos conocidos, no está de más repasar algunos de ellos. 

             En el libro del estadounidense Augustine Og Mandino, “El vendedor más grande del mundo”, podemos leer: “Que otros construyan una cueva con su arcilla. Por mi parte construiré un castillo con la mía”.

             La fortaleza que domina la ciudad de Almuñécar posee restos de muros romanos que afloran al desprenderse la muralla. Constaba de cuarenta y seis torres y torreones. Los romanos habían construido algunos sobre los cimientos de una antigua construcción, pero su total realización fue debida a los árabes, que tenían un recinto fortificado donde guardaban tesoros y prisioneros cristianos. Cercana al aljibe en dirección oeste se encuentra la famosa mazmorra de 7 metros de profundidad, tan citada en fuentes árabes y cristianas.

En su interior destaca un pabellón de tipo neoclásico, sin conexión aparente con las estructuras del castillo, que pudo ser realizado en el siglo XVIII para agasajar a algún alto personaje del reino. En la actualidad sirve como Museo de la Ciudad. 

Tenía tres puertas: la de Granada, abierta al norte y que llevaba a la capital por la Sierra; la de Vélez por poniente hacia Málaga; y la del Mar, que orientada al mediodía conducía al fondeadero situado en la plaza de las Rosas (de ahí la forma circular de esta).

El último alcaide árabe fue Mohamed Ben Alhaje, quien cedió el puesto, tras la rendición de Almuñécar a los Reyes Católicos, el 30 de diciembre de 1489 al primer alcaide cristiano D. Alonso de Puertocarrero, Regidor de Toro. En 1498 fue sustituido por D. Andrés Gil y Rodríguez de Laredo.

Los siguientes alcaides fueron: D. Juan de Ulloa, D. Rodrigo de Ulloa (señor de la Mota), hijo del anterior y reemplazado tras renuncia el 20 de mayo de 1550 por D. Luis Méndez Quijada, y D. Pedro de Coalla, que ocupó el cargo desde 1552, por 700 ducados y el compromiso de mantener a 20 soldados como guarnición.

El alcaide era un cargo eminentemente castrense, sin ascendencia sobre el pueblo, ya que las competencias judiciales y administrativas recaían en la figura del corregidor, funcionario real nombrado por Isabel y Fernando para vigilar la actuación de los alcaldes en los Ayuntamientos.

Los dos primeros fueron el licenciado D. Rodrigo Romero y D. Juan López Navarro.   

Los Reyes Católicos, después de la rendición de Baza, mandaron consolidar la obra ante las continuas incursiones de los moriscos.

En tiempos de Carlos V fue reforzado por cuatro torreones o tambores circulares en sus esquinas, numerosas troneras artilladas con nueve piezas de artillería en bronce, un foso con puente levadizo y una gran torre, llamada “La Masmorra” (con ‘s’) dominando el mar y la ciudad.

En el Archivo de Simancas (Valladolid) se hace mención a la “Fortaleza de Almuñécar” para enumerar a las 61 personas que habitaban en el castillo:

“… diez de a caballo, quince de a pie y espingarderos, diez y siete ballesteros, quince lanceros, tres porteros y un artillero…”. En el documento también puede leerse: “…se les ‘deve’ el sueldo de ocho meses del año noventa y nueve ‘e deste’ año seis meses…”. 

Siguiendo su lectura… “que la fortaleza tiene un pozo muy ‘ondo e non’ de muy buena agua… que Pedro de Rojas dejó en poder del ‘Alcayde’ para gastar en reparos necesarios 55 ducados”.

Durante los siglos XVI y XVIII fue reconstruido en varias zonas.

También fue ocupado por los franceses en plena Guerra de la Independencia y, como se recogió anteriormente, los ingleses lo bombardearon para su liberación en 1812 quedando bastante deteriorado. 

Los materiales empleados en su fabricación fueron: piedra, tapiería, cal, arena y hormigón. Las esquinas y los arcos son de mezcla y ladrillo.

Actualmente, muy restaurado, es visitado por multitud de gente, atraídas por su cómodo y completo recorrido, amén de sus preciosas vistas (Peñones, Punta de la Mona, Vega, pueblo, playas…).

El turismo, como fenómeno de comunicación, es tan antiguo como el hombre. Algunos opinan que es una pervivencia de los tiempos del nomadismo y que, precisamente, al girar a sedentario es cuando se va a desarrollar el turismo como tal. Viajar no como obligación, sino por placer, por curiosidad del espíritu o por el anhelo de cultura.

          Escribió el inglés Francis Bacon, barón de Verulam: “Los viajes son en la juventud parte de la educación y, en la vejez, una parte de experiencia”.

Existen unas tierras que atraen de manera más intensa que otras debido a sus condiciones climáticas, a sus paisajes o a su historia. Almuñécar desde la antigüedad ha recibido la visita de distintos pueblos y algunos se quedaron prendados y atrapados por su encanto natural.

Abierta al mar, con calas profundas que resguardaban los barcos de los temporales, verdes colinas, agua abundante en sus ríos y un clima de gran bonanza, ha sabido acoger a través de los siglos a fenicios, romanos, árabes… En definitiva, a una gran amalgama de pueblos desemejantes de los que configuraban la península ibérica. 

Desde el siglo VIII al II a. C., poseemos muchos vestigios, ya explicados, del período fenicio. Numerosos restos, como las relevantes necrópolis, dan fe de ello. Se trataba de un pueblo comerciante, que negociaba con oro, plata, marfil, aceite de oliva… pero su más valioso producto era el costoso tinte de conchas, con el cual teñían las ropas.

Los romanos en el siglo II suceden a los fenicios y traen la cultura del imperio. Su afán constructor queda plasmado en el acueducto para la traída de las aguas, en los columbarios para enterrar a familiares, en las murallas…

En el siglo VIII tiene lugar en Al –Andalus la revolución islámica, que lleva consigo la entrada de Abderramán en el 755. Se organizan los regadíos de la Vega y se produce un gran auge económico en toda la comarca.

En 1489 los cristianos conquistan Almuñécar, se reparten las tierras y las repueblan con hombres de la península. Se decreta por parte de los reyes cristianos la expulsión de los moriscos, pero menudeaban con harta y peligrosa frecuencia estas costas con sus barcos piratas azotando la zona con sus razzias.

A principios del siglo XX la aristocracia granadina abre fincas de recreo en nuestro litoral; sin embargo, todavía no existe la costumbre del baño. Los aristócratas vienen a descansar, pasear a caballo o tomar el té, amén de asistir a casinos y círculos culturales. La playa solo es visitada.

De esta época son las fincas de La Najarra, La Cerca, La Albina, el Rancho California, el Rancho Chico, la Huerta Nueva, San Miguel, el Ingenio Alto… que con el tiempo se convertirán en propiedades dedicadas a los cultivos subtropicales.

De 1900 a 1920, tímidamente, empiezan algunos a bañarse, pero son muy criticados. No se tomaba el sol, aunque existían baños calientes a modo de balnearios, los Baños del Carmen, donde se encontraba el hotel Mediterráneo. Se hacían purgaciones antes de entrar en el mar. En 1910 se inaugura el hotel Palace (foto superior).

Las mujeres, al anochecer, acompañadas de una ‘carabina’ se iban lejos del pueblo a las playas de Fuente Piedra o de la China y se bañaban solas.

Entre 1920 y 1936 aparecen las primeras casetas de baño. Se colocaban cuerdas en la playa para que los bañistas se sujetaran y no se ahogaran. La playa estaba dividida por cañizos y a la línea de separación de los sexos se le llamaba línea Balbinot”, recordando al obispo de Granada llamado Balbino y en clara alusión a la famosa “línea Maginot” de la Primera Guerra Mundial. En 1950 empieza el turismo permanente de familias de la burguesía granadina y madrileña y comienzan a construirse los primeros chalés en el barrio Fígares. La década de los 60, y hasta 1973, supone el ‘boom’ del desarrollo turístico y urbanístico. 

Existe una fuerte migración interior y las gentes de los cortijos (más de mil) bajan a Almuñécar a trabajar en la construcción y en los hoteles. A esta época pertenecían los hoteles Portamar y Caribe.

Se construye sin una planificación urbanística programada, sin ton ni son, y aparecen apartamentos en primera línea de playa. Se crea una infraestructura turística diversificada, sin tener en cuenta la general (agua, saneamiento, alumbrado…) o la turística en su sentido más amplio. Solo Los Berengueles y Las Palomas, ambas urbanizaciones en La Herradura, cumplen los requisitos. Hasta 1969 no existe un Plan General Urbano.

Una anécdota personal, que viene a colación, es la de la famosa actriz Dña. Sonia Bruno, esposa de D. José Martínez “Pirri”. Ambos vinieron a Almuñécar invitados por la Peña Madridista “La Najarra”, de la cual me honro de presidir, y sabiendo que había estado con anterioridad rodando por estos lares (como tantos otros, como por ejemplo David Niven) le pregunté: ¿Cómo has encontrado a Almuñécar? La respuesta, sin dilación, no admite dudas: “¡Demasiado cemento!”.

El turismo ha sido siempre, desde tiempo inmemorial, fundamentalmente nacional y la oferta turística actual es muy completa y atractiva:

1.- Un paseo de más de siete kilómetros de longitud por la orilla del mar.

2.- Cuatro parques: Botánico-histórico (“El Majuelo”) donde se disfruta de este especial microclima en el que se desarrollan especies botánicas tanto tropicales como subtropicales (182 variedades) de todas las zonas del mundo; ornitológico (“Loro Sexi”), inaugurado en 1987, que cuenta con una importante colección de aves exóticas (unas 1500)  y al que se suma un bello jardín de plantas xerófilas; el municipal “Mediterráneo” de nueva construcción con 38000 m2 de superficie, situado en la zona de Taramay entre las playas de Calabajío y El Pozuelo, lugar escogido por las parejas para sus reportajes fotográficos (árboles, senderos, miradores, glorietas…); y el acuático de agua salada “Aqua Park” de 18000 m2 y donde podemos encontrar amplias zonas de vegetación, piscinas de olas, cascadas, toboganes, pistas tropicales… 

3.- En la plaza de Marruecos se puede visitar el Jardín Museo del Bonsai, que cuenta con una superficie de dos mil metros cuadrados y más de doscientos ejemplares expuestos en dos jardines (húmedo y seco) y las variedades que configuran el arte del bonsai: coníferas, especies caducas y perennes, frutales, y plantas subtropicales y asiáticas, además de las autóctonas mediterráneas como el acebuche, el almendro y el algarrobo. Antiguas y bellas linternas de jardín, estanque de carpas sagradas, exóticas fuentes budistas, bellos árboles centenarios y las bellas puertas nos transportan al misterioso Japón. Está considerado el más importante de Andalucía y uno de los mejores de España.

4.- Palacete de La Najarra: Este bello y original edificio con jardines de estilo árabe (andalusí) es una construcción de estilo neoárabe, donde se encuentra la Oficina Municipal de Turismo. La mandó a construir a mediados del siglo XIX el ingeniero Don José Rubio Osorio, casado con Doña Soledad Márquez Márquez. Después de la Guerra Civil la finca fue adquirida por Don Tomás Galiana Montes, siendo restaurada respetando su antiguo estilo y traza, con artesanos marroquíes llegados desde Tetuán.

La fachada principal está orientada hacia el jardín y posee un gran vano central de acceso con arco de herradura.

Es llamativa la decoración de sus ventanas geminadas y el artesonado a base de alfices, celosías, zócalos con azulejos e interesantes frescos y mocárabes.

Cuenta además con un pequeño pabellón que servía de casa de juegos (porche, habitaciones amuebladas, azotea, pozo…) para gozo de los más pequeños.

En su jardín se llevan a cabo exposiciones, conciertos, presentaciones de libros,

bodas civiles y se puede disfrutar de una gran colección de fósiles.

5.- Puerto deportivo “Marina del Este”: Construido en 1988 está ubicado en el enclave natural de la “Punta de la Mona” o la ensenada de “Los Berengueles”. Consta de 228 atraques, torre de control, muelle de espera y varadero. A su diseño y construcción añade una compacta edificación de urbanizaciones en altura. 

6.- Subida obligada a los característicos Peñones almuñequeros: “El Santo”, “Enmedio” y “Fuera”. En el primero de ellos se rodó el último capítulo de “Verano Azul” con la muerte de “Chanquete”, que protagonizaba el desaparecido Antonio Ferrándiz.

7.- Se pueden recorrer las plantaciones de frutos subtropicales más variadas de Europa, acompañados por un guía especializado.

8.- Parque ecológico de Peña Escrita (turismo rural). A unos cuarenta minutos de Almuñécar, representa, a más de mil metros de altitud, el punto de encuentro de distintas geografías (estribaciones de Sierra Nevada, el paisaje alpujarreño y el Valle Tropical que se funde con el Mediterráneo). Es un enclave paisajístico excepcional en el que se respira un aire fresco, lleno de olores naturales, de tomillo y de romero, se disfruta de una vegetación típicamente mediterránea, se camina por serpenteantes senderos y se ven ciervos, cabras montesas, aves y animales en libertad, que ayudan a pensar en sueños hechos realidad.

 El alojamiento, con instalaciones de primera categoría, consta de cortijos a la más pura tradición andaluza, cabañas, zonas de acampada y un mesón con gastronomía tradicional. Las actividades, en contacto permanente con la naturaleza, son muy variadas: senderismo, bicicleta de montaña, parapente, paseos a caballo, circuitos rurales…

9.- A numerosos hoteles de cuatro estrellas, modernos y con toda clase de servicios, le acompañan una soberbia serie de apartamentos y hostales familiares. Afamados restaurantes complementan la propuesta hostelera sexitana. 

      Como bien explicaba Michelle Bachelet: “El turismo es una industria de futuro que no teme a los cambios”.

      El folclore es el conjunto de costumbres, tradiciones, leyendas, canciones, letrillas, refranes, poesías, juegos, adivinanzas… que son propias de una localidad.

Este apartado abarca dos modalidades genuinas, cantadas, bailadas y de gran arraigo, aunque ya menos escuchadas por desgracia:

Fandango cortijero: Se llama así porque son los cortijos los que han guardado como un tesoro sus raíces, sin que sufran modificación alguna. Aunque hoy día le hacen coreografía, ha carecido siempre de ella, por no bailarse en grupos. Se escuchaban en celebraciones, matanzas, bodas, lugares de reunión… 

En una boda, salían los novios y luego se establecían turnos: el novio con el compadre, la novia con la comadre y así sucesivamente. La mujer era la que dirigía el baile, mientras que los hombres la seguían en sus mudanzas (serie de movimientos cambiantes, distintos unos de otros, pero no se trocaba el paso): la vuelta, cambio de media vuelta, el engaño y el ocho. 

Los matices son peculiaridades del sitio donde se han conservado: Jelibra, Rescate, El Cerval, Los Mateos

Los instrumentos son muy variados: guitarra, bandurria, crótalos (especie de palillos, pequeños y metálicos), cañarraca de cañaveras (fabricación casera), castañuelas… También se precisaba de un cantaor o cantaores y de unos movimientos bucales de acompañamiento.

¿Algunas letras?: 

El clavel que te trují, //si no lo hubieras trujido //en ese moño de pelo //no te lo hubieses ponío. 

Tienes una cinturica //que anoche te la medí, //con la cincha de una burra //catorce vueltas le di. 

Arrímate bailaor // arrímate que no pecas, //que el que baila y no se arrima// es comerse el pan a secas.

Robao: No se conserva (solo lo conocen algunas personas); sin embargo, sí es preservado en la Sierra granadina (Alpujarras, Jete, Otívar…), gracias a las antiguas Cátedras Ambulantes (Departamentos creados por la ya desaparecida Sección Femenina, que dependían del Ministerio de Cultura).

Hay coreografía dependiendo de las personas, lo forman grupos de cuatro, tienen un estribillo marcado y repetido en cada una de ellas y los pasos de las mudanzas son los mismos, pero no estas: el cruce, el arco, el arrodillado y el molino.

      Hasta hace relativamente poco tiempo no gozábamos de tanta ‘tecnología punta’. 

Entonces, los menores y jóvenes salían a las plazas y a los cruces de las calles. Se juntaban, cantaban o jugaban a… ‘canciones de corro’, ‘las prendas’, ‘las cuatro esquinas’, ‘la patruzca’, ‘San Juan y Matute’, ‘Antón, Antón, pirulero’

La aparición del desarrollo turístico y económico con sus ofertas recreativas incluidas, han cercenado esos juegos que se desarrollaban en calles sin circulación ni aparcamientos y donde se fomentaba la creatividad y espontaneidad del pensar, inventar o, simplemente, divertirse… ¡jugando!

      Así lo interpretaba la médica chilena Verónica Michelle Bachelet Jeria: “La danza es el lenguaje oculto del alma” y lo corroboraba la austríaca Vicki Baum: “Hay atajos para la felicidad, y el baile es uno de ellos”.

                   Juan de león Aznar… ¿lloverá?… noviembre’2022


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