La Columna de Don Juan León | “Desde la mejora de la cocina, la humanidad come el doble de lo que la naturaleza requiere”


Si escuchamos aquello de “llena el ojo antes que la tripa”, estamos abocados a uno de los pecados capitales… ¡la gula! o, lo que es lo mismo, la glotonería o la voracidad

     La virtud que contrarresta este vicio es la templanza que, por cierto, es una acepción muy rica en sinónimos y entre ellos destaco los siguientes: austeridad, comedimiento, mesura, moderación, parquedad o sobriedad.

     La Biblia se refiere a la gula en estos términos: “Mecanismo humano caracterizado por el apetito desmedido en el comer y el beber, que causa problemas de salud que interfieren en el estado físico y en el comportamiento moral”.

     San Pablo de Tarso le dice a los Filipenses (3:19): “¡Tu dios es el estómago!”.

     El glotón es la figura de un tipo insaciable, que no tiene medida en el yantar y que está mal visto en muchas culturas, por considerar que se trata de un deseo egoísta y lujurioso, ya que sólo busca su satisfacción personal. Se configura este comportamiento cuando las acciones negativas o los impulsos desenfrenados se convierten en habituales… y, de paso, nos da pie para el treintaitrés anecdotario.

     El refranero español, ese poso de sabiduría popular, ofrece multitud de máximas:

     “De hambre a nadie vi morir; de mucho comer, a cien mil”; “No le quiere mal quien quita al viejo lo que ha de cenar”; “Quien come para vivir, se alimenta; quien vive para comer, revienta” … Aunque también tiene adeptos:

      “A beber y tragar, que el mundo se ha de acabar”; “Barriga llena, a Dios alaba”; “Panza llena y corazón contento, que todo lo demás es cuento”

     Sin embargo, el poeta aragonés Lupercio Leonardo de Argensola da en la diana y toca la fibra sensible: “¿Hay más miserable cautiverio que sujetarse un hombre a la vil panza, y dejar que la gula tenga imperio?”. No se puede explicar mejor.

     El 2 de enero de 1852, la reina Isabel II acudió a la basílica de Atocha a la llamada ‘misa de parida’, que era la que se celebraba cuando una mujer iba por primera vez a la iglesia después del parto. En esta ocasión asistía después del alumbramiento de su hija María Isabel Francisca de Asís Cristina Francisca de Paula Dominga de Borbón y Borbón, apodada ‘la Chata’. Un cura atravesó el cordón de alabarderos y le entregó un papel que llevaba en la mano izquierda. La soberana le preguntó: “¿Qué quieres?”.

     “Toma”, le dijo el sacerdote y le asestó una puñalada.

     La reina dio un grito y procuró proteger a su hija, mientras un teniente vociferaba: “¡Ya lo tenemos! Al ver que detenían al clérigo, Isabel II exclamó: 

     “Que no le maten por mi causa. ¡Le perdono!”.

     La herida era leve, ya que una ballena del corsé había desviado la cuchillada y sólo sufrió un leve rasguño. El regicida se llamaba Martín Merino, se dedicaba a la usura y, al parecer, tenía algo perturbadas sus facultades mentales. Cuando fue preguntado si el puñal estaba envenenado, exclamó: “¡Caramba, no había pensado en ello!”.

     A pesar del perdón, el autor del atentado fue ejecutado.

     Alonso de Ercilla y Zúñiga (Madrid, 1533; Ocaña, Toledo, 1594), fue un poeta y soldado español conocido por su gran obra “La Araucana”, poema dedicado a su rey Felipe II, al que sirvió como paje por mandato de su padre el emperador Carlos I.   

     Participó en la conquista de Chile y durante los dos años que permaneció allí intervino en varias batallas para someter al bravo imperio araucano o mapuche.

     Era muy tímido y, pese, a la amistad que le unía al monarca, balbuceaba en su presencia, por lo que el gran soberano solía decirle:

     “Habladme por escrito, don Alonso”.

     En plena gloria del escritor británico Joseph Rudyard Kipling (Mumbai, India, 1865; Londres, Reino Unido, 1936), un avispado envió a una importante publicación londinense un poema escrito por él, pero aparentemente firmado por Kipling, que fue de inmediato publicado. Nada más enterarse el gran escritor fue a ver al director y, tras aclarar el fraude, comentó que el poema le había parecido muy malo.

     “También nos lo pareció a nosotros; pero, creyéndolo de usted, no vacilamos en publicarlo’, fue la categórica respuesta.

     El pintor, escultor y poeta francés  Auguste de Châtillon (París, 1808 – 1881), que durante años había frecuentado diariamente la casa del gran poeta, dramaturgo y novelista, también francés, Víctor Marie Hugo (Besanzón, Francia, 1802; París, Francia, 1885), se desahogaba con el editor Stock, furioso por no haber sido invitado a la solemne exposición del drama romántico “Hernani”, que se estrenó en el Théätre Français de París el 25 de febrero de 1830, tras el regreso del exilio de su autor, después del autogolpe de estado perpetrado por Napoleón III en 1851:

     “¡Hacerme a mí una afrenta semejante!”, gritaba. “¡A mí, que soy el más viejo amigo de Víctor Hugo!”. “¡A mí, que he sido amante de su mujer!”

     La obra describía la tragedia del bandido aragonés ‘Hernani’ y su amada ‘doña Sol’, que estaba a punto de desposarse con un anciano duque aragonés, y a la que también pretendía Carlos I de España. Los hechos tienen lugar en Zaragoza y los montes de Aragón, y dio lugar a lo que luego se denominó la ‘batalla de Hernani’ por las discrepancias entre románticos y clasicistas.

     Ilustres escritores también se han hecho eco del encabezamiento del artículo y así podemos citar a:

     Benjamín Franklin (1706 – 1790), político e inventor estadounidense, considerado uno de los padres fundadores de los Estados Unidos: “En general, la humanidad, desde la mejora de la cocina, come el doble de lo que la naturaleza requiere”.

     O a Honoré de Balzac (1799 – 1850), novelista y dramaturgo francés: “El glotón es mucho más que un animal y mucho menos que un hombre”.

     Aunque también hay partidarios o simpatizantes como la escritora chilena Isabel Angélica Allende Llona (1942): “Afrodita trata sobre la lujuria y la gula, los únicos pecados que vale la pena cometer, en mi opinión”.

Juan de León Aznar… felicitando a las Antonias y Antonios del 2024


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