La Columna de Don Juan León | “Las escuelas son los mejores monumentos que podemos ofrecer a la libertad”


¡Lo prometido es deuda! Así es que vuelvo, después del periplo estival, a hacer inoportunas e intempestivas incursiones por esos hogares que, hasta hoy, gozaban de un merecido descanso. Sean benévolos en sus juicios y quédense tan sólo con la idea de que mi modesta, sana y única pretensión es la de llevarles algo de alegría o conseguir arrancarles una refrescante o relajante sonrisa.

     Un monumento es una obra pública y patente, en memoria de alguien o de algo, que puede ser una obra arquitectónica o de ingeniería o tratarse de una obra de escultura colosal, siempre que tenga un interés artístico, científico, histórico, político, técnico o social.

     Representa los valores de una determinada sociedad y son producidos o monopolizados por los círculos de poder de esas sociedades. El monumento es una pieza de propaganda destinada a manifestar su representación.

     En definitiva, es un tipo de estructura creada explícitamente para conmemorar a una persona o evento, o que ha cobrado relevancia para un grupo social como parte de su recuerdo de tiempos históricos o patrimonio cultural. Son testigos mudos de la grandeza y las tragedias que han moldeado nuestro pasado.

     Coloquialmente, se vincula a una mujer hermosa, a un ‘pibón’ o a la fémina que luce un atractivo ‘palmito’. Y de ahí, este clásico piropo:

     “Tu papá ha de ser escultor porque tú eres un monumento”.

     Todos los pueblos de la tierra en sus diferentes etapas evolutivas han sentido la necesidad de rescatar del olvido sus gestas heroicas y perpetuar la memoria de sus próceres y ahí nace el monumento, que enlaza el pasado con el presente, proyectándolo hacia un futuro, más o menos lejano, con harta ufanía.

     Son muchos los escritores, historiadores, políticos, arquitectos o escultores que han reflejado su sentir en frases para la posteridad. Ahí les dejo algunas: 

     “Las escuelas son los mejores monumentos que podemos ofrecer a la libertad”, de Carlos Antonio López (1792 – 1862), primer presidente de la República del Paraguay.

     “Mis señores, yo no estoy hecho de piedra. Sólo soy un hombre y un hombre es el más frágil de los monumentos” del autor estadounidense Gary Jennings (1928 – 1999) en su libro ‘Azteca’.

     “Conservar los monumentos históricos arquitectónicos de un país es impedir que desaparezcan los testimonios más sólidos de su cultura”, del ingeniero civil peruano César Usquiano.

     Pero también lo utilizamos para elogiar a alguien por su apreciado trabajo o sus merecimientos y manifestamos un cálido… “¡se merece un monumento!”

     Y aquí me quedo, en esta tercera acepción que da pie a este monumental anecdotario, no por excelente, sino por el tema a tratar y en el que hay que quitarse el sombrero ante el creador del texto que se expone a continuación. He intentado, sin éxito, conocer la identidad o autoría de este genio, pero me ha resultado una tarea inhacedera. 

Leído de arriba hacia abajo representa las promesas electorales:

“Nosotros cumplimos lo que prometemos.

Sólo los necios pueden creer que

no luchamos contra la corrupción.

Porque si hay algo seguro para nosotros es que

la honestidad y la transparencia son fundamentales

para alcanzar nuestros ideales

Demostraremos que es una gran estupidez creer que

las mafias seguirán formando parte del gobierno como en otros tiempos

Aseguramos sin resquicio de duda que

la justicia social será el fin principal de nuestro accionar.

Pese a eso, todavía hay idiotas que fantasean, o añoran, que

se pueda seguir gobernando con las mafias de la vieja política.

Cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que

se acaben  las jubilaciones de privilegio, la célula viva y los negociados.

No permitiremos de ningún modo que

nuestros niños mueran de hambre…

Cumpliremos nuestros propósitos aunque

los recursos económicos se hayan agotado.

Ejerceremos el poder hasta que

Comprendan desde ahora que

Somos la ‘nueva política’.”.

     Hasta aquí, nada anormal o fuera de lugar; pero si leemos el texto de abajo hacia arriba, aflora el ingenio y nos topamos con las ‘realidades reales’ de la clase politóloga… salvando, eso sí, honrosas excepciones. 

     Juan de León Aznar… ‘ataca’ de nuevo, una vez acabado el periplo veraniego’2024


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