La palabra ‘lucha’, ya tiene reminiscencias revolucionarias y uno es amigo de la prudencia, la calma y el diálogo
“Somos cobardes porque las vacaciones son amplias y el sueldo está bien. Somos unos cobardes, nos conformamos con todas las bofetadas que nos pegan. Salimos a las puertas de los centros a guardar un minuto de silencio o nos tomamos una jornada de vacaciones para dejar en pocas horas en la cuneta a nuestros compañeros caídos, prosiguiendo todos con la cabeza gacha con los mismos yugos de siempre. No vamos a plantarnos, hemos perdido la dignidad y hemos aceptado como gaje algo que es un atentado contra la base de nuestra sociedad. Lo asumimos, nos rendimos y, por todo ello, esta carta no puede ser el refrendo de nuestra lucha, porque no existe lucha alguna”.
Firmado: Profesor Cuyami
(seudónimo)
La carta–denuncia–protesta en cuestión, no es más que otra ‘muesca’ que se añade a esa ristra de reacciones vehementes, que denuncian, un día sí y otro también, las agresiones penadas, sufridas, soportadas, padecidas y toleradas por el docente y que conforman ese interminable rosario de embestidas soeces y deleznables. Se trata de palabras, frases y reflexiones duras, que provocan desazón y zozobra, pero que debemos escudriñar y extrapolar buscando las auténticas causas que nos han llevado al mal equiparado ‘chantar’ y a la reacción necesaria para eliminar la cadena que a él nos coyunda.
¿Va este señor de ‘aristarco’ por la vida? O lo que es lo mismo, ¿de crítico entendido, pero severo? Honestamente, creo que no. Simplemente, ¡está hastiado o asqueado! ¡Está entregado y derrotado! ¡Le quedan las fuerzas justas! Hasta aquí, todo correcto.
No obstante, hay que tamizar, sopesar y aquilatar lo expuesto:
Afirmar que somos cobardes por culpa de las vacaciones y el sueldo es desproporcionado, por poco afortunado. ¿Seríamos más intrépidos si gozáramos de pírricas jornadas de asueto y menos soldada? ¿La valentía dimana de la miseria y la sobreexplotación? Para mí que la hambruna y los abusos aguijan el pasotismo y espolean la temeridad y la picaresca, nunca la osadía. Según Michel Eyquem de Montaigne: “La cobardía es la madre de la crueldad”.
Referente al ‘yugo’, opino que, simplemente, ‘nos han llevado a la gamella’. ¿Quién, cómo y cuándo? Pues habría que hacer memoria. Se consiguió mucho en las huelgas del 72 y del 88 (hasta un ministro perdió el cargo) y eso que algunos se ‘rajaron’. El colectivo se mostró fuerte, contundente, aunado y ejerciendo una animosa presión que resultó difícil de domeñar. ¡Había que hacer algo y hacerlo ya! Seguimos a Lucio Anneo Séneca: “Nadie ha conservado jamás largo tiempo un poder ejercido con la violencia”.
Y, ¡zas! Allí surgió… ¡la LOGSE! Antes, habían irrumpido la LOECE de 1980 y la LODE de 1985)) … Sí, la LOGSE de 1990 con, entre otras felonías, sus abstrusos Consejos Escolares (nidos de comisarios políticos de toda ralea y pelaje) para controlar o descontrolar a los Claustros; con sus Equipos Directivos bien fiscalizados o con sus demenciales oposiciones y concursos. Y todo ello, con el sibilino propósito de segmentar al Profesorado creando aldeanos intereses, sementera de legales recelos entre unos y otros y vertiendo murcielaguina (abono preciado, pero que no deja de ser estiércol) en la proliferación de sediciosos colectivillos que, en definitiva, minan esa unidad que pudiera en el futuro importunar a nuestros altivos sinarcas o jefezuelos estatales. “Siempre una obediencia ciega supone una ignorancia extrema”, defendía Jean Paul Marat.
Pero, claro, todo esto tiene una recompensa. A los zalagarderos de turno (esos que afectan cortesía, pero engañan), progenitores de dichos engendros, sus secuaces aún les mantienen urdiendo por esos ministerios con su mejor industria: la de ¡endilgar filfas (mentiras o embustes) a papanatas!
Más tarde, afloraron la LOPEG de 1995 que intentó subyugar a padres y familias; la LOCE de 2002; la LOE de 2006; la LOMCE de 2013 (llamada coloquialmente “Ley Bert”); la LOMLOE de 2020 …
¿Hacia dónde vamos? Habíamos cantado ¡LÍNEA!… y seguimos para ¡BINGO!
Analicen primigenios principios y fines de la “Educación para la Ciudadanía” o el cancro maligno de su tiranía laicista. ¿Querrán, por ventura, que sean los padres los que se repartan las tortas y nos dejen a nosotros en paz? Maquiavélico, ¿verdad? Y si, como adenda o abdenda, se incentiva a los arribistas y se engrasan y adiestran convenientemente las correas de transmisión… ¡el show está montado!
En fin, mejor será no seguir por estos derroteros, porque el tufillo intervencionista que destila nos puede producir cascomia y más dolorosas que las bofetadas físicas son las morales, máxime si estas no vienen de rucios camuesos (asnos ignorantes), sino de mirlifloridos o presumidos lechuguinos que, dicen, utilizan el intelecto para favorecer a los ciudadanos desde poltronas inamovibles.
La palabra ‘lucha’, ya tiene reminiscencias revolucionarias y uno es amigo de la prudencia, la calma y el diálogo. Acciones e iniciativas dentro de la legalidad más estricta, lejos de algaradas callejeras, barricadas, soflamas tabernarias, rotura de lunas, saqueos de comercios, quema de contenedores, alborotos, pendencias o zaragatas y demás rebomborios (aderezos ‘ruidosos’) sin los que algunos no conciben la “lucha”. ¡Qué lejos quedan en el tiempo los logros senatoriales de aquellos indefensos plebeyos ‘romanillos’ frente a los todopoderosos y estirados patricios! “Luchemos por cosas lo bastante grandes para que nos importen, y lo suficientemente pequeñas para poder ganarlas”, como decía Jonathan Kozo.
Atención personalizada a las víctimas a través del Defensor del Profesor (figura creada por el Sindicato Independiente ANPE); acceso a una Asesoría Jurídica; asistencia letrada por juristas especializados; participación en cuantos actos de apoyo y desagravio se organicen; insistencia a la Administración para que tome, resuelta y eficazmente, cartas en el asunto; o personarse, con el ‘talante’ conveniente, en cuantas manifestaciones cívicas y sosegadas sean precisas, serían medidas oportunas, ecuánimes y definitivas para erradicar el peligroso precedente social pergeñado. Lo resume Oliver Goldsmith: “Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”. ¡Constancia y perseverancia, compañeros!
¿Se han parado a pensar en la inusitada fuerza que poseemos y malgastamos? Ya en el Curso Escolar 04–05 (¡ya ha llovido!) sumábamos 450000 docentes en la Enseñanza Pública a los que había que añadir 160000 de la Enseñanza Privada. ¿Han reparado en las prebendas de otros gremios como el ejército, la Banca, Correos, las líneas aéreas, la RENFE… y que se traducen en albergues, residencias de descanso, descuentos, viajes, campus u otras “pequeñeces”? A nosotros nos cercenaron la matrícula gratuita para nuestros hijos y claudicamos. Hace falta un espíritu de cuerpo, auténtico, no supeditado al poder. En definitiva, lo escrito por Christian Friedrich Hebbel: “Creer posible algo es hacerlo cierto”.
Concluyo. Ni me siento cobarde ni quiero creer que lo sean mis compañeros. Eso sí, si alguien se ‘escaquea’… ¡que cada palo aguante su vela! Yo parafraseo a André Maurois y me quedo con: “A veces, ante la mala manera de ser de los otros, uno se siente orgulloso de ser uno mismo y no otro”.
Juan de León Aznar, mayo’2022
