Se sigue recordando el “Día de la Mujer Trabajadora” (8 de marzo) en todas sus facetas sociales (enseñanza, sanidad, administración, justicia, hogar, profesiones, oficios…), pero considero que bien merece la pena lanzar una loa por esa abnegada y brava mujer, por todos poco conocida, que representa a la “mujer conquistadora”
Durante más de quinientos años hemos mantenido un intercambio étnico, artístico, cultural, histórico y religioso con Iberoamérica, donde nuestras mujeres tuvieron un papel relevante a pesar de la ‘leyenda negra’, ya que, según esta, la aventura americana se trató de una cuestión exclusiva de hombres.
Fue en el segundo viaje de Cristóbal Colón en 1493 cuando las mujeres comenzaron a embarcarse y sumarse a las expediciones de los grandes conquistadores. A la mujer europea del siglo XV se le presentaba una nueva fórmula de vida, que no fuera el casamiento o el convento y la del siglo XVI aún vivía supeditada a la tutela del varón y desprovista de toda relevancia intelectual. Estas mujeres huyeron en este último siglo del rol femenino impuesto y se sobrepusieron a un destino marcado, siendo más de diez mil las que cruzaron el océano. En los siglos XVI y XVII la colonización tuvo un gran arraigo, incentivada por la Corona.
Cientos de ellas merecerían rellenar estas modestas páginas, pero el listado sería muy espacioso, así es que me he permitido escoger una interesante muestra y resumir las hazañas de esas intrépidas mujeres, que arrostraron el peligro y el padecer con carácter, ilusión y valor. Hay que hacer constar también que algunos lugares y fechas (nacimientos o defunciones) todavía no han podido ser precisadas o contrastadas con exactitud:
Mencía Calderón Ocampo nació en Extremadura en 1514 y viajó a mediados de 1556 con más de cincuenta hidalgas mujeres, incluidas sus tres hijas, que representarían la aristocracia colonial de índole europea. Sólo llegaron diez.
Catalina de Montejo y Álvarez de Herrera de la Cueva fue Adelantada de Yucatán. Desempeñaron importantes cargos y fundaron ciudades, hospitales, conventos, escuelas y orfanatos, fomentando el pilar básico de la familia.
Petronila Ponce de León y Lazo de la Vega se dedicó a casar a huérfanas y redimir cautivos. Una especie de oenegé de la época.
Isabel Barreto de Castro nació en Pontevedra en 1565, fue la primera mujer con cargo de Almirante en la historia de la navegación y nombrada “Adelantada de los Mares del Sur”. Murió en el Virreinato de Perú en 1612.
Inés de Suárez fue la protagonista de una historia apasionante, que se llevaría el artículo por delante. Nació en Plasencia (Cáceres) en 1507 y se casó en Sevilla en primeras nupcias con Juan de Málaga con el que no tuvo hijos pues era estéril y sobre 1580 falleció en Santiago de Chile.
Francisca Ponce de León, sevillana y armadora. Fletó una nao (“San Telmo”) a Santo Domingo 17 años después del descubrimiento. Su nacimiento pudo ocurrir en 1500 y su muerte en 1529.
Catalina de Erauso y Pérez de Galarraga, la “monja alférez”, nació en San Sebastián en 1592. Era novicia en un convento, se escapó con quince años vestida de hombre y se alistó en Perú como soldado. Murió en 1650 en el Virreinato de Nueva España.
Ana de Ayala, esposa de Francisco Orellana (explorador del Amazonas), conocido como el “Tuerto Trujillero” (herido por una flecha a los 24 años).
Isabel de Bobadilla y Peñalosa nació en la Corona de Castilla, fue la esposa de Pedro Arias; su padre, Francisco de Bobadilla fue conquistador de Granada (1492) y comendador de Calatrava, y era sobrina de Beatriz Fernández de Bobadilla, protectora de Cristóbal Colón y gran amiga de Isabel “La Católica”. Murió en Madrid en 1531.
Mencía Ortiz de Sandoval fue una de las primeras empresarias, ya que fundó una Compañía para enviar mercancías a las Indias en 1549. Se cree que falleció en 1590.
María de Escobar nació en Trujillo (Cáceres) sobre 1520 y parece ser que murió en Cuzco (Perú) en 1573. Junto a Inés Muñoz, ambas ejercieron de innovadoras, porque fueron las primeras en sembrar trigo, cebada, frutas españolas y los primeros olivos en Perú. Esta última nació en la provincia de Sevilla (Bollullos de la Mitación o Castilleja del Campo) sobre 1510, de origen campesino (no sabía leer ni escribir) y durante el trayecto a Panamá fallecieron sus dos hijas, Ángela y Bárbola. Inés falleció en 1595 a los 85 años.
María de Estrada (para algunos, ‘Destrada’) fue una mujer soldado española nacida en Sevilla o Santander en 1480, que entablaba combate con gran furia y arrojo. Le llamaban “La Vieja” y murió de cólera en Puebla (México) en 1535.
Beatriz de la Cueva (llamada “La Sin Ventura”), Isabel Manrique y Aldonza Manrique de Villalobos llegaron a ser gobernadoras. La primera lo fue de Guatemala y también la primera gobernadora de los virreinatos. La tercera lo fue de la isla Margarita.
María de Toledo y Rojas, esposa del primogénito de Cristóbal Colón, Diego Colón, fue la primera Virreina consorte de las Indias. Murió en Santo Domingo (República Dominicana).
Beatriz Bermúdez de Velasco llegó a México en el navío de Juan de Burgos en 1520 acompañada de Pánfilo Narváez y era conocida como “La Bermuda”.
Muchas mujeres acompañaron a sus maridos: Isabel de Guevara, Catalina Pérez, Elvira Pineda, María Dávila, Leonor Sotelo, Isabel de Quirós, Ana de Salazar, Luisa Torres o María de Carvajal, esposa del mariscal Jorge Robledo que murió decapitado en La Merced, Virreinato de Nueva Granada (Colombia) en 1546.
Tras esta generación de audaces y emprendedoras féminas, aparece la “mujer criolla”, la “española de Ultramar” o la “mujer nativa”, que fuera clave en los pactos:
Sor Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, gran escritora y conocida como Sor Juana de la Cruz (nació el 12 de noviembre de 1648 en Nepantla (México) y murió de peste en Ciudad de México (Nueva España) el 17 de abril de 1695); Juana Ortiz de Zárate y Yupanqui era una nativa, hija del conquistador Juan Ortiz de Zárate y la princesa inca Leonor de Yupanqui, que murió embarazada, a los 29 años, el 5 de enero de 1584 en La Plata (Bolivia); Inés Huaylas Yupanki o Quispe Isa era una ñusta o princesa inca, primera mujer de Francisco Pizarro. Nació en 1518 y murió en 1559; Luisa Xicontecate de Tlascala, fiel compañera de Pedro de Alvarado y madre de dos hijos suyos; Isabel de Moctezuma, la primogénita de Moctezuma II (noveno emperador azteca) estuvo casada con tres emperadores aztecas y tres españoles. tuvo una hija con Hernán Cortés fuera del matrimonio, Leonor Cortés Moctezuma; Maninalli Tenépalt, Doña Marina o “La Melinche” fue una enigmática mujer, indígena nahualt mesoamericana de Veracruz, que hizo de emisaria, traductora, guía y hasta consejera de Hernán Cortés; Anayansi, hija del gran cacique del actual Panamá Careta, Chimú para otros, se casó con Vasco Núñez de Balboa, el descubridor del Pacífico (“Mar del Sur”); y la india Fulvia del entorno de Vasco Núñez de Balboa a quien salvó, junto a la ciudad de La Antigua (Guatemala) denunciando una conspiración.
Otros datos complementarios:
Ricas, pobres, religiosas, prostitutas o aventureras deberían de llevar el certificado de buena conducta, requisito indispensable para viajar.
La primera “casa de mujeres públicas” fue construida y aprobada por el Rey en Santo Domingo en 1526.
Estas intrépidas mujeres desempeñaron y desarrollaron sus habilidades en un variopinto mosaico de actividades: Beatriz González, enfermera; Ana López, costurera; o Beatriz Hernández, heroína, distinguida en la batalla de Guadalajara.
En una Real Cédula de 1549 ya se ponían trabas migratorias prohibiendo el viaje a judíos, moros conversos, reconciliados con la Iglesia, hijos y nietos de quemados por herejía, extranjeros nacidos fuera del Imperio español y esclavos blancos o negros sin licencia especial.
Hidalgo, hijodalgo, fidalgo (en castellano antiguo) o infanzón tiene su origen en España y Portugal y es sinónimo de noble, aunque coloquialmente se refiere a la nobleza no titulada. Una aristocracia venida a menos que algunos buscaban en la aventura americana recuperar el prestigio perdido (poder y fortuna). De hecho, al embarcarse obtenían cargos o se les dispensaban tratos de favor.
En el siglo XVI fueron registradas, según archivos, 45327 personas; de las cuales, 10118 eran mujeres.
Los matrimonios interraciales en EE.UU. fueron prohibidos hasta 1967. Cinco siglos antes Isabel I ya había recomendado que se casaran españoles con indias.
Algunas mujeres recibieron el título de adelantadas, cargos que se otorgaban a un dignatario español que llevaba a cabo una empresa jurídica, militar y civil por mandato real.
Se conoce como mita al sistema de trabajo destinado a la construcción de caminos, fuentes, templos, acueductos y sobre todo minería en el que cada grupo indígena aportaba a la corona una cantidad específica de trabajadores durante varios meses al año.
Una encomienda era una institución que permitió consolidar la dominación del espacio que se conquistaba, puesto que organizaba a la población indígena como mano de obra.
* Estos dos últimos conceptos entran de lleno en nuestra “leyenda negra”, por
la supuesta explotación de indios por parte de desaprensivos, aunque fueran
duramente condenados por los Reyes de España.
Estudio estadístico de las osadas viajeras durante el siglo XVI:
En 1502, en la gran expedición de Nicolás de Ovando, partieron 70 mujeres casadas.
Al año siguiente, un navío mandado por Antonio Vélez de Mendoza, zarpó con 29 parejas de hombres y mujeres casados y sus respectivas familias.
Ya en la década de 1509 a 1519 llegaron a Santo Domingo a la isla de “La Española” unas 300 mujeres más.
De 1520 a 1539 emigraron a América 13250 personas; de las cuales, 770 eran mujeres (5,7 %).
Entre 1540 y 1559 cruzaron el océano 9045 hombres y 1375 féminas.
Avanzado el siglo (1560 – 1579) el 25 % eran mujeres para un total de 5000: 1990 casadas o viudas y 3000 solteras.
En los últimos veinte años del siglo (1580 -1600) viajaron 9500 hombres y 2500 mujeres.
Resumiendo. De un total de 45325 viajeros… 10120 eran mujeres:
57 % solteras, 43 % casadas, 50 % de andaluzas, 33 % castellanas y un 16 % de extremeñas.
El indio bengalí Rabindranath Tagore, Premio Nobel de Literatura en 1913, resume el encomiable espíritu de estas proezas cuando escribió: “Si te dignas guardarme a tu lado en el camino del peligro y de la osadía, si me permites que comparta contigo los grandes deberes de tu vida, conocerás mi verdadero ser” … aunque ellas debieron confiar más en su fe y en su esperanza, según la cita de Khalil Gibran: “En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente”.

P.D.: Con este sencillo homenaje a la mujer luchadora me despido de esta querida audiencia, sine díe. Les voy a echar de menos, pero volveremos, a buen seguro, con nuevos bríos.
¡Cuídense y pasen un feliz verano! De paso, disfruten de la viñeta de nuestro Francisco Javier.
Juan de León Aznar… avistando las Elecciones Generales’2023
