A escasos metros de la Playa de La Herradura se encuentra el restaurante La Rihana, un pequeño local que te hará pasar un rato agradable a buen precio sin renunciar a la calidad
Siempre que nos acercamos a La Herradura lo hacemos con la certeza de que comer bien está garantizado. De unos años a esta parte, su núcleo urbano ha crecido y ha dado lugar a decenas de bares, cafés y restaurantes que combinan los platos tradicionales con la cocina más moderna. En esta última categoría está el Restaurante La Rihana, un pequeño local que descubrimos por casualidad y que lleva poco tiempo en activo.

Lo primero que nos llamó la atención fue su localización, en Calle Eucaliptos, muy cerca de la Plaza de la Independencia. Por lo general, siempre nos movemos a lo largo del Paseo Marítimo, ya que ahí se encuentran prácticamente todos los restaurantes y chiringuitos de la zona. Pero esta vez decidimos quedarnos en la retaguardia culinaria y sí, acertamos de lleno.
La Rihana ha nacido con un concepto que enamora. Tapas sencillas y caseras, primando la calidad en el servicio y en la atención al cliente. Aquí saben tratar a cada cliente para hacerlo sentir como en casa. Un trato fresco acompañado de una cerveza bien tirada y una tapa sabrosa es una combinación que a priori parece sencilla pero no todo el mundo sabe llevar a cabo.

Nos atreveríamos a decir que La Rihana contenta a vecinos y forasteros. ¿Por qué? Sencillo: a todo el mundo le gusta un plato de paella un domingo de sol y playa. Si después le sigue un par de bolas de ensaladilla rusa casera y, para contrastar, un chorizo pinchado con patatas cortadas al estilo tradicional, ya has contentado al estómago.

Para los que no se conforman con tapas, recomendamos probar el flamenquín gigante o el pulpo, sugerencias visibles en su carta de pizarra (este detalle nos encanta) con los precios bien descritos con tiza. En La Rihana de La Herradura no verás exquisitos manteles ni tenedores de distinto tamaño. Aquí comerás a base de exquisitez, dejándote sorprender por la variedad de su cocina y saboreando a la vez la brisa marina que se cuela en el callejón.
