#CartasAlDirector | La libreta de Don Juan León: “Últimas curiosidades curiosas”


Sigo cavando en ese cuotidiano quehacer de muchos, que no me deja de la mano y que me incita a un ‘cotilleo levantisco y luciferino’, porque en el fondo se trata de una censura encubierta o soterrada de acaecimientos diarios

Habiendo oído la locución ‘cosas que pasan’ en la canción de Pablo Moro titulada Vodka y caramelos”, en diversos capítulos de la exitosa serie Amar en tiempos revueltos o Amar para siempre”, en películas de argumentos varios o en la cotidianidad del día a día, me reafirmé en que, inequívocamente, ocurren cosas.

Persisten por tanto las, ya bautizadas con anterioridad, ‘curiosidades curiosas’ que logran aprehender mi atención poderosamente y ahí les presento otra zaranda de ellas. Si nos contagiamos con nuestros familiares virus y bacterias, ¿por qué no hacerlo de alegrías y sonrisas? Thomas Burke se adelantó: “Riámonos y el mundo se reirá con nosotros. Lloremos y se nos pondrá la nariz colorada”.

1.- Aceites, ungüentos o cremas modelan una diversidad de olores (coco, zanahoria…) que se entremezclan componiendo una mezcolanza ‘macedónica’ sin igual por las playas de cualquier litoral. Si a esto le añadimos los fastidiosos ‘pelotazos’ o las desaforadas carreras de unos niños, mal aleccionados por los adultos de turno, que hacen del eslalon su deporte predilecto, salpicando de tierra y piedras la toalla en la que descansa nuestro esqueleto con el único y saludable propósito de ‘morenearse’, pues tenemos la excusa perfecta para los exabruptos que puedan salir de nuestras ‘castas’ bocas.  

2.- ¡Por las bocamangas sabré lo que has engullido! Alargamos los brazos, armamos las manos con utensilios para un buen yantar y nos lanzamos a por esas fuentes de viandas que nos esperan pacientemente y que casi nos sonríen de manera atractiva y cómplice.  

Los bordes de las ‘puñetas’ (acepción romana) nos delatan y así reparamos en un marrón ‘chocolateado’; en un amarillo azafranado, arrocero o al huevo; en un rojillo ‘tomateado’; en un verdoso aceitado; en un negro, proveniente de la tinta del calamar… 

De igual modo, un día de Navidad o Año Nuevo también sabremos si has sido demasiado ‘plutócrata’, al examinar en la basura los recipientes de lo trasegado en las anteriores noches de vigilia, las benditas ‘Buena y Vieja’. Es decir, ¡que te has bebido y comido el ‘manso’!

3.- Que sensación más desagradable se produce cuando entramos a un banco, con nuestro vanguardista estrés a cuestas, y escuchamos ¡no hay línea!”. ¡Hala, a hablar de política o de fútbol! Automáticamente, nos viene a la memoria la imagen del antiguo, probo y eficiente empleado con un lápiz en el pabellón auditivo externo (oreja), para el que no existía el mínimo problema en llevar a cabo sus arqueos, apuntes, asientos, reintegros o balances. Eran aquellos tiempos en los que la tecnología no medraba. 

4.- ¡Qué manifiesta incompatibilidad presentan las calvas y las canales! Resulta harto desagradable pasar por una de ellas y sentir el hirsuto chorreo en tu despoblado e inerme cráneo, por vulnerable. 

Pero peor es ‘apoquinar’ un recibo de aguas en el que se especifica el servicio de canales y alcantarillado, no ‘guipándose’ tal prestación en el día a día.

5.- Se entreoye soy católico, no practicante. ¡Ya estamos con lo de ‘apolítico’! Por esa razón, simple y elemental, yo soy piloto o torero, lo que ocurre es que no me ejercito en esos ministerios. ¿No resultaría más candoroso proclamar me cuesta bastante ejercer de católico”?

6.- ¿Camina por delante de su fémina? ¿Ha dejado de abrirle la portezuela del coche? ¿No se dan un beso de despedida? ¿Ya no le pone el chaquetón o el abrigo? ¿Le ayuda a sentarse y la acerca a la mesa? ¿Aumentan las discusiones? ¿Se ha vuelto menos romántico (bombones, flores, poesías…)? ¿Ya no coge a su pareja de la mano mientras pasea? ¿Se prestan menos atención? ¿La intimidad de años atrás ha sufrido algún menoscabo? ¿Es menos osado o ‘picarón’ que antes? ¿Se atortolan con menos frecuencia? ¿Ha mermado en algo la atracción física o la ‘secuenciación’ de actos íntimos? ¿La comunicación es cada vez menor?… 

Si las respuestas son afirmativas, se han acabado las complicidades mi querido amigo, porque en los prístinos años del comienzo de la relación nada de lo aquí expuesto sucedía. ¡Eran otros tiempos!

7.- Si miccionar resulta ostentoso y rimbombante; si hacer pis o un pipí se relaciona con algo cursi o gazmoño; si el término mear es grosero y malsonante; si hacer aguas menores o desbeber son acepciones menos sabidas, por poco utilizadas; si cambiar el agua a las aceitunas o al canario son expresiones coloquiales o conversacionales… ¿Por qué no nos dejamos de tantas zarandajas y nos decidimos a orinar? ¡Así de simple!

8.- Quisiera ‘romper una lanza’ en favor de la infinita paciencia de esos abnegados empleados de grandes almacenes, medianos comercios o pequeños establecimientos en tiempos de rebajas

Si yo tuviera que colgar, colocar, doblar o envolver las prendas, que se acumulan en ingentes montones después de la ‘marcha verde’ acaecida durante toda la jornada… ¡me declaraba en rebeldía!

9.- Cambio automático, freno de mano a botón, luces inteligentes, limpiaparabrisas ‘sensoriales’, aparcamiento sin manos… ¿Quién va a conducir en un futuro? ¿No estamos, por ventura, secundando la jubilación anticipada o la aparición prematura de un Alzheimer, aunque sea leve? Ya, con el GPS, ni sacamos la cabeza por la ventanilla para entablar una amigable conversación con un honorable viandante y hacerle partícipe de nuestra saludable desorientación. Y no se pierdan lo inmediato: el “sistema joystick”, sin volante y sin pedales. No se intranquilicen, porque muy pronto serán exhibidas ‘nuevas novedades’.

10.- Tendríamos que obligarnos, prestar mayor atención o ‘domar’ algunos hábitos, harto peligrosos, que tenemos los mortales. Uno de ellos es bajar escaleras con las manos en los bolsillos. Son innumerables los accidentes ocurridos y habida cuenta la indefensión del individuo en cuestión, las consecuencias resultan imprevisibles. Desvalidos y vulnerables, damos pie al infortunio que pueda acontecer. Algo de cautela no vendría mal.

11.- Coincidirán conmigo en que el paraguas es un complemento personal predestinado a desaparecer, bien por desatinado extravío o por ‘sustracción’ voluntaria o involuntaria. En el primer supuesto, lo dejamos aparcado en cualquier sitio, máxime si ha salido ‘Lorenzo’. En el segundo, el vocablo detraer se puede interpretar como un aciago malentendido, un equívoco desafortunado en lugares donde impera la aglomeración o por un ‘cambiazo’ intencionado en toda regla, ya que el aderezo en cuestión era de marca o estaba debutando. Sea como fuere… ¡se volatiliza!

Una especial ‘aplicación machista’ del paraguas o la sombrilla es la que protagonizan esas señoritas de buen ver, que lucen su ‘palmito’ en parrillas cálidas con generosos escotes y sugestivas minifaldas, y que sostienen el artilugio en cuestión sobre las cabezas de los motoristas en los grandes premios. ¿Dónde están las ministras igualitarias? ¡Todo un ‘papelón’!

¿Y cuándo se cruzan dos paraguas por la calle? Yo lo elevo y el otro también. La topada está garantizada y sus efectos bien visibles: frases de disculpas o de protestas, salpicaduras del agua acumulada en las copas, indefensión momentánea ante el aguacero, sufrimiento de las varillas… Con lo fácil que resultaría si uno de los dos se quedara quieto. Sería cuestión de encontrar la fórmula para evitar que ‘saquen’ al unísono. Y no los giremos hacia un lado, porque alguien puede resultar dañado. 

¡Y aquí se acaba todo! Son infinitas las ‘curiosidades curiosas’ que quedan en el tintero, pero esas se las dejo a ustedes, más perspicaces y que ya han tenido excesiva paciencia en soportarme. Retengan en sus retinas lo que observen o llévenlas al papel. Y recuerden siempre lo escrito por Charles Baudelaire: “Una gran sonrisa es un bello rostro de gigante”. ¡No la pierdan jamás!


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