Si les gustara la lectura a estas esclarecidas beldades podrían aprender de la escritora uruguaya Cecilia Curbelo (“Ceci” para los amigos): “Mientras más sencilla y humilde, más atractiva eres para las personas que merecen la pena”
¡Sencillez, naturalidad, lucidez, humildad! ¡Qué extraordinarias virtudes! Y qué raras son de ver o sentir y qué difíciles son de llevarlas a la práctica. Eso sí, con solo poseer una de ellas, aunque las cuatro van cogidas de la mano, te definen como una buena persona o alguien a quién merece la pena tratar, conocer y querer.
Me vienen a la mente dos citas, que ilustran el encabezamiento de este artículo. Una es del filósofo austríaco Karl Popper: “Para mí buscar la sencillez y lucidez es un deber moral de todos los intelectuales, la falta de claridad es un pecado, y la presunción un crimen”; la otra, es de otro pensador, el alemán Friedrich Nietzsche: “La sencillez y la naturalidad son el supremo y último fin de la cultura”.
¿Polisemia? Sí, es un fenómeno del lenguaje que consiste en que una misma palabra, acepción, vocablo, término o palabro tiene varios significados. ¿Ejemplos?: banco, luna… y ¡ASISTENTE! Sí, ese participio activo del verbo “asistir”, que proviene del latín “assistens, -entis” y que configura una ‘rica’ polisemia. Veamos:
1.- Cada uno de los dos obispos que ayudan al que consagra en la consagración del otro.
2.- En algunas Órdenes regulares, religioso nombrado para asistir al general en el gobierno universal de la Orden y en el particular de las respectivas provincias.
3.- Los Reyes Católicos crearon la figura del “corregidor”, que era la persona que fiscalizaba y le echaba un ‘ojillo’ a la labor del alcalde de turno en el Ayuntamiento, pero también se trataba de un funcionario público que, en ciertas villas o ciudades españolas como Marchena, Santiago y Sevilla, tenía las mismas atribuciones que aquel.
4.- Cada uno de los consejeros de la Real Cámara que, por orden del rey, reconocían los poderes de los Procuradores a Cortes y asistían a sus deliberaciones.
5.- Persona titulada, cuya profesión consiste en allanar o prevenir dificultades de orden social o personal en casos particulares o a grupos de individuos por medio de consejos, gestiones, informes, ayuda financiera, sanitaria, moral…
6.- Profesor asistente.
7.- Que está presente en un sitio.
8.- Asistente del árbitro principal.
9.- Soldado que estaba destinado al servicio de un general, jefe u oficial y que se ‘chupaba’ una buena ‘mili’.
10.- Y por fin, ¡la asistenta!: criada, sirvienta, “fámula” o “mucama”.
¡Qué rico es nuestro castellano y qué ‘palizas’ le damos!
Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús o, simplemente, Santa Teresa de Ávila, llamaba a la imaginación “la loca de la casa”.
Así es que permítanme una ‘maldad’ y la licencia de echar a volar la poca inventiva que me queda para trasladarme a un escenario ficticio con una masiva concurrencia, ávida de escuchar a los animosos ponentes, ya que se trata de un sugestivo coloquio.
Como quiera que me impactó sobremanera la Sra. ‘Irena Montera’ con su particular ‘portavoz – portavoza’, amén de su genuino chico, chica, chique (todo un latigazo al intelecto que me dejó ‘touché’, como diría un gabacho), propongo otra dualidad: asistente – asistenta.
Para ello y haciendo uso de la comentada ‘imaginación teresiana’ me remito a los significados 9 y 10 y atisbo un auditorio repleto de soldadesca por un lado, con sus boinas, fajines, borceguíes, brazaletes, lustrosas botas negras y emblemas, distintivos o parches, y de atuendos negros o azules con sus cofias y albos mandiles con encajes, blusas y sus katyushas o lazos para el cabello, por otro. No me negarán que el colorido y la originalidad estarían garantizados y quizá llegaran a crear tendencia.
¿La receta para no caer en estos esperpénticos desatinos?: Naturalidad, ausencia de protagonismo, aprender con humildad y, sobre todo, saber escuchar. De ahí que el gran sabio griego Zenón de Elea escribiera: “Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una sola boca, para enseñarnos que más vale oír que hablar”.
Recurriré a una ‘archisabida’ anécdota histórica para ilustrar a esta ínclita señora, que puede juntarse con su homónima patronímica María Jesús ‘Montera’, la que anuncia a bombo y platillo que el agua y la sal no pueden mezclarse o que el Gobierno trabaja desde el final del día hasta la noche:
Era D. Emilio Castelar un hombre de acusado egocentrismo. Fue orador, escritor y político, llegando a ocupar la presidencia de la República en 1.873. Hizo suyo el calificativo de ‘castelarino’ por altisonante y barroco, amén de insoportable y tendente a la hilaridad (¡es una opinión!).
Después de un discurso acendrado o perfecto fue replicado por el diputado D. Cristino Marcos de esta guisa: “El Sr. Castelar es tan egotista, que en una boda quisiera ser el novio, en un bautizo el recién nacido y en un entierro el difunto”.
En definitiva, o resumiendo, el ‘lenguaje inclusivo’ se abraza y se besa con el ‘lenguaje gilipollesco’ para enviar al castellano a los hornos crematorios de Pero Botero, allá en el averno.
Se trata de tener o desarrollar una personalidad acusada no sometida a vaivén alguno, además de una marcada espontaneidad en el trato y modo de proceder. Ingenuidad, sencillez, franqueza y sinceridad son sinónimos de naturalidad.
Lo antónimo, lo contrario, lo opuesto por el vértice… ¡protagonismo! Esa persona que, en un suceso cualquiera, anhela fervientemente ser la parte principal, en un afán constante por mostrarse como la persona más calificada y necesaria en determinada actividad y en cualquier momento, independientemente de que se posean o no méritos que lo justifiquen.
Si les gustara la lectura a estas esclarecidas beldades podrían aprender de la escritora uruguaya Cecilia Curbelo (“Ceci” para los amigos): “Mientras más sencilla y humilde, más atractiva eres para las personas que merecen la pena”.
¡Ahí les han ‘dao’, ‘Señás Monteras’! … y a todas esas preclaras lumbreras nuestras, que aspiran a conseguir un máster de casquivanas lingüistas.
¡Feliz entrada de año y mis mejores deseos para lo que queda, que no duden será reconfortante e ilusionante!
Juan de León Aznar – enero’22
