#CartasAlDirector | “Cosas que pasan“: la columna de Don Juan León


Gabriel García Márquez pensaba en todo lo expuesto al escribir: “Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa”

En el día a día de nuestra corta o larga vida, según se mire y según qué circunstancias, se producen pequeñas situaciones, insignificantes ‘curiosidades curiosas’ (como a mí me gusta llamarlas), pero que han entroncado de lleno con nuestra idiosincrasia o han llegado a formar parte de nuestro rutinario y cotidiano ‘modus vivendi’. Gilbert K. Chesterton lo clarificó bastante al escribir: “No hay ‘cosas’ sin interés. Tan solo personas incapaces de interesarse”.

El ‘pistolero bueno’, Ringo, protagonizado por el legendario John Wayne en la mítica película La diligencia” de John Ford, se dirige a la sesuda cabaretera Dallas, la actriz Claire Trevor, y le espeta: ¡Cosas que pasan!”. ¡Como el asunto que nos ocupa! Por cierto, llevan a un bebé recién nacido a un salón (?) de la posta, apeadero o estación donde transcurre la acción. El humo de los cigarros puros y la ‘logorrea’ de turno no incomodan al imberbe que, quizá, como adelantado a tiempos venideros, se convierte, desde ya, en contumaz fumador pasivo y compulsivo amante del decibelio.

Sería imposible recogerlas todas en unos folios y a buen seguro que propondrían un sinfín de ellas, pero ahí adelanto una decena:

1.- ¡Abre fácil!… Me refiero a aquellos cartones tetra brick’ en los que te dejabas las uñas y los padrastros. ¿Tanto costaba decir la verdad y no torturar al personal? Hubiera resultado más fácil escribir: “Abra por aquí, pero con unas hermosas tijeras, un cúter bien afilado o una cortadora de césped”. Menos mal que siguieron el dicho: “De sabios es rectificar” y ya han mejorado la apertura de estos envases.

2.- Apolítico… ¡Ya está bien! Por cualquier lugar de nuestra geografía se escucha la ‘coletilla’: “¡Yo soy apolítico!”. Tú serás apartidista, pero no serás infiel al principio de Aristóteles, quien dijo aquello de: “El hombre es un animal político”. Si protestas por tus impuestos, si denuncias algo que ves mal o si te ‘cabreas’ por ‘pequeñas cosas’ como las subidas de la gasolina, la bombona de gas o los transportes, si no estás de acuerdo con las pensiones, las congelaciones de sueldos, las contribuciones, las ‘pateras’, las matrículas de tus hijos, el precio de los libros o con el Gobierno de turno, ¡ya estás haciendo política ‘so salao’!

Ejemplo: Unos ‘okupas’ han pedido ‘prestada’ la vivienda durante nuestra ausencia y cambiado la cerradura. Esos indeseables e impresentables, protegidos por ‘mandamases’ y jueces, nos preguntan al abrir la puerta: ¡Ah!, ¿ustedes son los últimos inquilinos? ¿Contesto? ¿Actúo? ¿Beso sus pies y manos? ¿Soy ‘apolítico’?

3.- Bodas, bautizos o comuniones… Ya hay que meter todas estas celebraciones en el mismo zurrón. Nuestra sociedad, tan proclive a ello, ha logrado equiparar estos acontecimientos familiares y sociales a base de comilonas pantagruélicas o dispendios excesivos atendiendo a los dichos ‘tirar la casa por la ventana’ o el ‘no voy a ser menos que nadie’

En cuanto a su duración, se preparan durante meses y se finiquitan en unas horas. ¿Secuelas?: herpes labiales, urticarias ‘picantes’, sarpullidos, estrés, ‘bajonazos’ en las cuentas corrientes o libretas de ahorro, letras que hacen una incursión por el abecedario, préstamos… 

En otro orden de ‘cosas’, si nos diéramos una vuelta por los bancos de la iglesia… qué modelitos, cuánto zapato nuevo, qué suelas más radiantes mostramos cuando nos arrodillamos, qué peinados, qué nivel… Imposiciones de nuestra ‘societé’. 

4.- Discusiones… Reuniones familiares o de amigos en el salón, salita de estar de un inmueble cualquiera o en un bar. ¿Móvil?: charlas, coloquios, trifulcas, debates o comentarios a voces con la TV encendida y a todo trapo (práctica hispana, habitual y extendida). ¿Consecuencias?: ronqueras crónicas, muerte súbita de neuronas, rostros congestionados, pérdidas auditivas, venas y arterias a punto de estallar… ¿A alguien se le ocurre bajar el volumen o apagar la ‘caja tonta’? ¡Incomprensible!

5.- Hacerse mayor… ¿Cuándo empieza a ocurrir esto? ¡Es todo un misterio! Citaremos algunos de los primeros síntomas que irremediablemente comienzan a aparecer: aumento de la población pilífera (pelos) en los pabellones auditivos externos (orejas), no poder con la bombona de gas, manchas epidérmicas, arrugas hasta en las cejas, olvidarte de apagar las luces al salir de una habitación, jadear al subir escaleras o cuestas (sin entrar en ‘internas interioridades’), llegar a los sitios y preguntarte: “¿Qué hago yo aquí? ¿A qué he venido?” … Detalles íntimos serían la confección de un plano/mapa del cuero cabelludo para saber qué dirección estratégica han de tomar los cuatro pelos que te quedan y así aumentar la zona de ocupación o abarcar más diámetro de la taza del inodoro por mor de dos cuestiones fundamentales: el ‘chorrito’ del pis se arquea y el ‘charquito’ en tus pies aparece. ¡Todo por la ‘protesta’ esa! ¡Sí, ya sé que se trata de la próstata! Para qué seguir, ¿verdad?

6.- Envolver regalos… Vamos a grandes almacenes o tiendas especializadas y solicitamos encarecidamente la original ‘presentación’ del obsequio de turno. 

A veces, las menos, nos ponemos mano a la obra y envolvemos con harta dificultad, el ‘regalito’ en cuestión. El receptor de nuestro detalle ‘raja, destripa o hace pedazos’ la envoltura, por mor de los nervios, la ansiedad o, simplemente, por falta de habilidad. ¡Tanto fue el tiempo malgastado, tanta la ilusión puesta y tanto el material desperdiciado…!

7.- Hitler… Si este ‘pollo’ levantara la cabeza y viera a algunas de sus selecciones deportivas con ‘morenos o de color’ entre sus miembros, ¿qué pensaría? Él, que preconizaba una raza aria tan espigada, rubia, azulada de ojos y esbelta, ¿qué haría? Seguramente, darle una ‘vuelta y vuelta’ en aquellos execrables hornos.

8.- Los médicos… No hay una profesión que infunda e inculque más hábitos o valores de limpieza que la Medicina. Se puede asegurar, sin riesgo de error, que los pacientes llegamos a la consulta sumamente ‘aliñados’, usando la última colonia del mercado, empleando el desodorante más eficaz por su duración, embadurnándonos con el más fresco jabón o limpiándonos los dientes con lo más novedoso anunciado por televisión.

 Sin obviar que la ropa interior y los calcetines son de una pulcritud extrema. Aunque se tenga poca costumbre de ‘escamondarse’ o de limpiarse los dientes, ¡ese día triunfamos!  ¡Así da gusto trabajar!

Nosotros, los docentes, no tenemos tanta suerte, porque los efluvios que emanan algunos después de hacer gimnasia o venir del recreo son ‘embriagadores’. Si encima respiramos una treintena a la vez, el aula no está muy ventilada, proliferan las zapatillas de deportes (¡eso sí, de marca!), se perciben veladas menstruaciones o el individuo en cuestión siente cierto repeluzno por la higiene personal… mejor que no aparezcan por la mesa del ‘profe’ de turno.

9.- Preparar una comida… ¿Es normal que un ama de casa se esmere y se entregue durante una mañana, una tarde o una noche entera, con sus correspondientes horas, a la elaboración de un almuerzo o cena para que dure diez minutos la ‘probatura, degustación e ingestión’ de lo cocinado? ¡Qué ‘carita’ ha puesto la doliente profesional!  ¡No hay derecho! 

10.- Bidé… ¿Se podría encontrar la manera de que nuestros sensibles traseros ni rozaran esa maldita loza (blanca o coloreada) en invierno? Ese contacto, gélido y desagradable es inhumano. El corazón se resiente, castañean los dientes, chirrían los huesos y se lanzan improperios de todo tipo, ¡todo un sufrimiento! Comercialicen ya esa taza térmica o algo similar, que mitigue esos efectos antinaturales. Parece ser que ya están en ello, así es que me quedo más tranquilo.

¡Anímense! Gabriel García Márquez pensaba en todo lo expuesto al escribir: “Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa”.


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